Yo soy la oveja negra de mi gran familia porque soy el único que no presta el automóvil.
Esto me ha traído algunas complicaciones
porque, si bien mi actitud es motivo de bromas, sé que en el fondo se dice de
mí que soy egoísta, mezquino, neurótico, desconfiado, avaro, machista.
Pero ninguna broma es graciosa si no oculta
una verdad comprimida como un resorte próximo a saltar en la cara de algún
curioso desprevenido.
A nadie le llama la atención que la única
persona que no hace bromas es mi esposa.
A nadie le llama la atención que yo tampoco me
defiendo con la energía que habitualmente despliego para reivindicar asuntos
que me conciernen mucho menos.
Parece que no pueden encontrar que algo no
anda bien en sus críticas.
Por mi parte es cierto: no me gusta compartir
mi auto con nadie, ni con la copropietaria (mi esposa) ni con los herederos
(nuestros hijos).
Cierta vez casi ocurre una desgracia de
incalculables consecuencias: me había desvelado una noche de verano cuando
sentí ruidos en la cochera. Tomé uno de mis hierros de golf y me fui
sigilosamente a ver quién andaba ahí.
Mi varoncito adorado, el que se cree
inteligente, astuto y valiente, estaba haciendo maniobras para sacar el auto y
utilizarlo sin mi consentimiento.
El muy tonto cree, como tanta gente, que los
vehículos pueden ser usados tan solo obteniendo la llave de contacto, sin
contar con que existen miles de procedimientos para que los delincuentes se
lleven una bien merecida sorpresa desagradable.
El secreto de mi avaricia automotriz radica en
que mi esposa hace años que tiene por lo menos un amante sin que a mí me
parezca mal porque también yo doy satisfacción a mis gustos.
Hasta donde puedo saber, mis hermanas y
cuñadas usan el auto de la familia pero solo pueden ser fieles a sus deseos más
personales escondiéndose como delincuentes.
(Este es el Artículo Nº 1.710)
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10 comentarios:
Pah! Otra vez nos la puso difícil, Doc. Así que este personaje no presta el auto porque no le gusta, nada más que por eso. Es fiel a su gusto.
Paren un poquito! Los gustos salen de algún lado. No es que algo me gusta porque sí y punto. Puede que no sepamos porque nos gusta o no nos gusta algo, pero que no sepamos no quiere decir que no exista un por qué.
Creo que a mí me gustan las morochas porque mi madre era morocha.
No me parece que tenga que existir un por qué para todo. Es nuestra cabeza la que nos lleva a pensar así. Las limitaciones de nuestra mente.
Para el egoísmo somos selectivos. El personaje de este relato es egoísta con su auto pero no es egoísta con su mujer. Considero que es mucho más importante ser generoso con la esposa que con el auto.
Me gusta la tranquilidad del acusado cuando sabe que no es culpable.
Lo que me llama la atención es que el hombre considera a la esposa co-propietaria de un auto que no puede usar.
Yo soy propietaria de una casa que alquilo y no puedo usar.
El esposo piensa que si la esposa o el hijo le usan el auto se lo estarían robando. Por lo tanto el auto es su propiedad privada. Por lo tanto habrá herederos pero no otros propietarios. El único propietario es él.
Se está juzgando una actitud antipática porque parece incoherente. Esa familia está organizada así y parece su funciona. ¿Qué importancia tiene la coherencia vista desde afuera, como hacen los demás familiares?
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