La gratificante garantía que nos ofrece la medicina en temas
de salud y accidentes, atrofia nuestros naturales mecanismos de defensa.
La medicina comete una cantidad de errores
graves porque participa mucho en nuestra vida. Si no fuera porque nos quiere
hacer creer que son infalibles y que en la lucha contra la muerte tienen todas
las de ganar, menos personas se matarían en accidentes y por enfermedades
evitables (1).
Ellos nos aconsejan con un tono muy maternal,
pero una mayoría le damos tan poca importancia como le dábamos a nuestra madre.
No es muy serio decir que «Medicina» comienza con «M» de
«Mamá», pero yo tampoco soy muy serio y el afán omnipresente y omnipotente que
esta técnica quiere hacernos creer, se asocia ideal y perfectamente con nuestro
deseo de no perder nunca la deliciosa relación madre-hijo, con lo cual tenemos todos los
ingredientes, necesarios y suficientes, como para que una mayoría crea que «la
medicina es como nuestra madre».
Tantas
seguridades nos provocan un severo descuido. Imagino a un trapecista que hace
piruetas a 20 metros de altura. Si cuenta con una red de contención, su
exposición al riesgo será mayor que si allá abajo lo espera la dureza del
planeta.
Suponer
que esta técnica es maravillosa, infalible y milagrosa, aumenta nuestra
temeridad y especialmente, nuestra irresponsabilidad.
Ellos
dicen disponer de grandes recursos, llegan tan solo llamándolos por teléfono,
lo hacen con una estridente sirena que paraliza el tránsito para darles paso a
nuestros salvadores. Tanto protagonismo y seguridades, bajan a cero el
desempeño de nuestro instinto de conservación.
Como la psiquis forma parte de
nuestro cuerpo, me animo a decir que hasta el sistema inmunógeno se atrofia
parcialmente porque cuenta con los geniales antibióticos, que son como defender
las fronteras de un terreno con el ejército norteamericano.
(Este es el
Artículo Nº 1.648)
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10 comentarios:
Me parece excelente su artículo, su planteo. Me apena no tener el valor suficiente como para hacerle menos caso a la medicina.
Estoy de acuerdo con su propuesta: ¨si no fuera porque (la medicina)nos quiere hacer creer que es infalible ... menos personas se matarían en accidentes o enfermedades evitables¨. Sentimos que los médicos siempre estarán ahí como mamá, para extendernos su red protectora. Nos descuidamos, nos creemos invencibles como cuando éramos niños.
A mí me parece que en muchas ocasiones a lo largo de la vida, buscamos la muerte. A veces la buscamos con tanto deseo que la encontramos. Nos accidentamos, contraemos enfermedades; sucesos que si nuestra voluntad de vivir hubiese sido fuerte, no habrían ocurrido.
Los mecanismos de defensa naturales que poseemos para luchar contra las enfermedades, los debilitamos nosotros mismos inconscientemente.
La participación de la medicina en mi vida es importante. A mí me hace bien que sea así. Reconozco que me hace sentir protegido, pero no por eso me descuido. Incluso creo que me cuido en exceso.
A mí no me han tocado muchos médicos maternales que digamos. Los que he conocido son sobervios y prepotentes. La forma que usan para hablarte te hace sentir que deseás hacer todo lo contrario a lo que ellos exigen. De pronto íntimamente es lo que ellos desean.
En realidad la medicina debería ser como nuestra. No como nuestra madre. Como nuestra.
La medicina debería ser encarada como fruto del encuentro con nosotros mismos. Fruto del aprendizaje de escucharnos, interpretarnos, oir nuestras palabras y las señales de nuestro cuerpo, estar atentos a las sensaciones propias, orgánicas, que tenemos.
Lo cierto es que a todos nos espera la dureza del planeta. Allá abajo o allá arriba.
No condeno la temeridad. La irresponsabilidad sí.
A estas alturas mi instinto de conservación es tan malo, que hasta la harina se me vence en la alacena.
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