martes, 28 de agosto de 2012

Deseos y «ficciones autobiográficas»



Muchas veces no sabemos si tenemos un auténtico deseo o una fantasía (ficción autobiográfica) que solo utilizamos para soñar y hablar de ella.

Es posible que las dificultades en la comunicación también ocurran con los diálogos interiores. En otras palabras, cuando nos escuchamos afirmando un pensamiento, puede ocurrir que no nos estemos entendiendo.

Por ejemplo: alguien puede contarle a su amigo que está dispuesto a comenzar ciertos estudios especializados.

Cualquiera que escuche esta conversación podría pensar que la persona que habla tiene el deseo de continuar estudiando. Más aún: quien habla también cree eso y es acá donde aparecen las dificultades en la comunicación consigo mismo.

Recién cuando haya llegado el momento en que debería ejecutar aquel proyecto (iniciar los cursos), todos nos enteraremos si lo que le contó al amigo era un auténtico deseo o una «ficción autobiográfica».

Esta expresión intenta describir aquellas fantasías que alguien puede tener para gratificarse con ellas, como quien inventa una historia cuando se divierte dejando volar la imaginación.

Este fenómeno (confundir un deseo con una «ficción autobiográfica») es muy frecuente, nos puede pasar a todos, aunque algunas personas tardan más que otras en darse cuenta de la diferencia.

Un deseo es persistente y la frustración mortifica a quien lo tiene hasta que este le da satisfacción, mientras que una «ficción autobiográfica» es una novela personal que se despliega solamente en el plano verbal, con infinitas descripciones, promesas, anuncios, exhibiciones.

Un deseo, además de ser persistente, suele ir acompañado de múltiples acciones preparatorias o anticipatorias de su cumplimiento.

Por ejemplo, a quien desea perfeccionarse en medicina, se lo ve haciendo consultas sobre el tema, aprovechando cuánta oportunidad tiene de hablar con gente ya especializada, ahorrando dinero para pagar los costos de la especialización, sus entretenimientos (lectura, cine) suelen incluir los contenidos que lo apasionan.

(Este es el Artículo Nº 1.671)

9 comentarios:

Olga dijo...

Las ficciones autobiográficas actúan en nosotros como un ¨engaña-bobos¨.

Hugo dijo...

Creo que el deseo auténtico nos lleva a la acción, mientras que la ficción autobiográfica nos estanca en el sueño diurno.

Silvana dijo...

A veces empezamos con una ficción autobiográfica, para imaginar y precisar lo que deseamos. Es posible pasar de la ficción al hecho.

Enrique dijo...

Algunas ficciones se abortan antes de convertirse en hechos porque cuando empezamos a pensar los pro y los contra que podría acarrearnos determinada decisión, nos damos cuenta de que no nos combiene pasar a la acción.

Sofía dijo...

Los deseos no siempre son tan compulsivos, creo yo. El sentido de realidad está presente en la mayoría de nosotros y pienso que es una suerte que así sea.

Santiago dijo...

Para las personas impulsivas es más fácil vivir de acuerdo a sus propios deseos que para las personas más racionales o reflexivas.

Roque dijo...

Algunos adolescentes y la mayoría de los niños, intentan hacer realidad sus deseos. El adulto y el viejo tienen una experiencia más larga que los hace menos jugados (como forma de defensa).

Alicia dijo...

Me parece que los deseos son menos fuertes que el goce. El goce nos gobierna desde el inconsciente con mucha más fuerza que el deseo. El goce puede manifestarse a través de una pasión que puede ser sana o enferma, de acuerdo a los criterios socio-culturales predominantes.

Gabriela dijo...

En la película argentina ¨El secreto de sus ojos¨, por ahí se larga un concepto con el cual concuerdo: un ser humano puede cambiar de esposa, de amor, abandonar a sus hijos, a su familia toda, cambiar de intereses y de forma de pensar; pero hay algo que no cambia: su pasión. La fuerza de la pasión es como una enorme ola que le pasa por arriba y lo arrastra.