sábado, 14 de abril de 2012

El odio como sentimiento integrador

Click aquí para oír la lectura

El odio es un sentimiento detestable, aborrecible e indigno, gracias a lo cual, funciona como elemento integrador de los colectivos.

¿Cuánto tiempo dura un edificio? Más o menos 100 años. A veces puede durar un poco más, depende de la calidad de la construcción.

¿Cuánto tiempo dura un ser humano? Más o menos 100 años. A veces puede durar un poco menos, depende de la fortaleza, la salud y la suerte.

¿Cuánto tiempo dura un colectivo (pueblo)? No sé. Nunca antes había pensado en esto; me toma por sorpresa; quizá no haya una respuesta.

Les propongo una hipótesis, una teoría, que para no apartarme de mi estilo, tiene que tener algo de infrecuente, insólita, paradojal.

Dicha respuesta es que el odio, cuando se constituye en un sentimiento colectivo, sirve para fortalecer la identidad, la cohesión y la longevidad de los colectivos (países, naciones, etnias, gremios, familias).

Si bien el amor también puede reunir a muchas personas en torno a un ídolo, un héroe y hasta de una idea, quizá sea un sentimiento más débil que el odio, aunque seguramente con mejor prensa, publicidad, prestigio.

El caso que me parece más visible en occidente, es el odio que recíprocamente sienten judíos y nazis.

Suponiendo que los pequeños grupos nazis padecen un deseo irrefrenable de acabar con el pueblo judío, que no excluye el proyecto de borrar del mapa al territorio israelí, seguramente contribuye a estrechar más fuertemente los vínculos entre quienes comparten esa religión, vivan o no vivan dentro del territorio donde son mayoría (Israel).

El sentido de pertenencia, al pueblo y a la religión judíos, quizá les deba más a estos enemigos (a los nazis) que al amor que puedan sentir entre sí quienes profesan idénticas creencias religiosas.

Si el odio funciona como sentimiento integrador es, paradójicamente, porque lo odiamos.

Otras menciones al concepto «odio»:

«Tú te quedas»
Orígenes del amor y del odio
Safari femenino

(Este es el Artículo Nº 1.542)

●●●

10 comentarios:

Gabriela dijo...

Sí, sí, estoy muy de acuerdo. Lo he visto en familias y en grupos. Tomar a uno de los integrantes para concentrar en él las quejas, el odio, el rechazo, une a los grupos. Sobre todo cuando no tienen una tarea que los convoque.

Damián dijo...

No está demás que explicite lo insólito de su estilo, y que se trata siempre de hipótesis. Si lo dice, se entiende mejor que su intención es mostrar puntos de vista que aún no han sido explorados y que busca hacernos pensar.

Oliverio dijo...

El odio puede hacer durar a los imperios o a las naciones, aunque también los puede llevar a la destrucción. Se me ocurren dos situaciones en las que esto puede pasar: cuando se enfrentan en guerra y hay una gran disparidad de fuerzas, y cuando la guerra prolongada lleva a la disolución de los hábitos de trabajo y a la desintegración familiar y social.

Rulo dijo...

jaja!!! está bueno que a uno los pensamientos lo agarren por sorpresa.

Alba dijo...

Creo que en algunos casos el odio también puede servir para unir a las parejas.

Elbio dijo...

Con respecto a lo que decía Damián, pienso que se podría agregar lo siguiente: hay muchas convicciones colectivas que se repiten de generación en generación y en casi todas las capas sociales. A veces sucede que para pensar los problemas que aún no se han solucionado, hay que salirse de esos lugares de convicción. Entonces el lugar que te queda -si querés pensar y dejar de ser una caja de resonancia de las mismas quejas de siempre- puede ser el de lo insólito; lo insólito que puede llegar incluso a ser insolente.

Facundo Negri dijo...

No me diga que un humano dura cien años... no le parece demasiado.

Marcia dijo...

Siempre con tu pesimismo Facundo! Por qué no? Por qué no se puede llegar a los cien años saludable y lindo como llegó Talice? Ya sé que es uno en miles, pero ponele un poco de onda...

Facundo dijo...

Ta bien.

Elena dijo...

Creo que a veces el odio es más intenso que el amor, y que otras veces sucede lo contrario. A mí, cuando una situación se me hace muy difícil (como por ej. vencer la timidez), la estrategia que me ha servido es olvidarme de mí y centrar mi atención en los demás. Me refiero a hacer eso que me cuesta (hablar en público, por ej), pensando en lo que a los otros les pueda servir, en lo que yo tenga para aportar. Entonces mi sentimiento es que estoy haciendo algo noble, y eso me da fuerzas, y me permite equivocarme sin sentirme mal. Porque dejando un poco de lado al amor propio, habilito con más facilidad el amor a los demás, y eso finalmente redunda en mi propio beneficio.