domingo, 8 de abril de 2012

Más que tía y sobrina

Virginia vivió con sus padres hasta que estos se divorciaron cuando tenía catorce años y, como las riñas por la tenencia de ella eran tan insoportables y ridículas, su tía predilecta le dijo:

— Virginia, seré sincera una vez más contigo: tus padres no quieren que vivas con ellos; te están utilizando para lastimarse mutuamente. Cuando el juez te pregunte cuál es tu opción, diles que prefieres vivir conmigo, pues yo sí te quiero.

Este comentario de la tía coincidía con algo que Virginia suponía pero que no se animaba a reconocer. Los padres eran dos bohemios, inmaduros, que la concibieron por un capricho de la naturaleza.

La tía Leonor era muy estudiosa y podía competir hasta con los más eruditos en filosofía, literatura y psicoanálisis.

Sentía que su vida no había sido bien aprovechada porque cuando se enamoró por única vez, no pudo admitir que el varón de su elección ignorara sus encantos.

Por esta negación de los hechos, se convirtió en una solterona amargada, cínica, discutidora y temible, porque su inteligencia, conocimientos y aptitud para debatir, «destrozaron» a más de un encumbrado contendiente en un programa de televisión famoso en su país.

Virginia admiraba a la tía Leonor y no podía ceder a la tentación de imitarla en todo lo que podía.

Disfrutaban mucho juntas. Leonor buscaba recetas de cocina con el único objetivo de provocar un gesto de felicidad en la sobrina.

Festejaron discretamente el cumpleaños número quince, al que concurrieron el padre y la madre, casados por segunda vez.

Virginia estuvo angustiada toda esa semana pero luego se olvidó de que había pasado su cumpleaños con pena y sin gloria.

A los diecinueve años conoció a un joven hermoso; como decía Leonor, «un actor de Hollywood».

Marcelo acababa de terminar su noviazgo con una amiga de Virginia, amiga que nunca lo había presentado «por temor a que se lo quitaran».

Aquella jovencita alegre e ingenua, se transformó rápidamente en una enamorada feroz, obsesionada con Marcelo, a quien asedió de todas las formas posibles, peleándose con Leonor quien le advertía, desesperada, que estaba cometiendo el mismo error que había cometido ella.

Seguramente para Virginia era más importante identificarse con la tía que formar una familia con Marcelo y Marcelo, por su parte, solo deseaba el celibato religioso.

(Este es el Artículo Nº 1.536)

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8 comentarios:

Virginia dijo...

Me siento identificada con Virginia. Idéntica, idéntica. Además yo también me llamo Virginia, y tengo una tía que... NO ESTARÁ HABLANDO DE MI???!!!!

Lía dijo...

Qué segura estaba esa tía!

Rulo dijo...

Yo por suerte también pasé mi cumpleaños con pena pero sin Gloria. Qué mina pesada!

Rosana dijo...

Así que al final con Marcelo no pasó nada... Ay! como me frustra los finales felices!

Anónimo dijo...

Para cumplir con el celibato hay que desearlo, necesitarlo. No se trata de cumplirlo por disciplina. Eso cuesta muy caro.

Oliverio dijo...

Es una desgracia identificarse con personas que cometieron grandes errores. Para peor después nos damos cuenta de todo lo que nos perjudicó, pero nunca terminamos de entender que realmente era necesario y quizás lo mejor que podíamos hacer en ese momento.

Lucía dijo...

No se puede vivir con miedo a que te saquen el novio!
(me lo digo a mi misma)

Maruja dijo...

Ustedes se sienten asediados porque lo único que quieren es libertinaje!