viernes, 27 de abril de 2012

Los inconvenientes de la sabiduría



Los beneficios de «saber» (adquirir conocimientos) son parciales pues debemos enterarnos de que también tiene contraindicaciones (inconvenientes).

Decimos con mucha convicción que «El saber no ocupa lugar» queriendo significar que «estudiar no tiene límites», que «no hay impedimentos físicos para saberlo todo», que «la ignorancia no está objetivamente justificada».

Es tan fuerte esta convicción que ni se nos ocurre averiguar qué efectos secundarios indeseables tiene «saber».

Una lejana mención respetable a esta duda se remonta al Antiguo Testamento (Libro del Génesis - Biblia) donde, haciendo mención al Jardín del Edén se nos cuenta que Dios le habría prohibido a Adán y Eva comer los frutos del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.

Como los muy desobedientes comieron esos frutos prohibidos, Dios los expulsó del Paraíso, no para castigarlos sino por temor a que también comieran del Árbol de la Vida y esos humanos se convirtieran en dioses.

Otra lejana mención respetable a las consecuencias indeseables de «saber» podemos hallarla en el mito de la Caja de Pandora.

Según cuenta esta leyenda, la mencionada diosa recibió el encargo de trasladar un ánfora de un lugar a otro, con la expresa recomendación de que la conservara cerrada. Como ella no pudo controlar su deseo de saber, la abrió y se esparcieron todas las enfermedades que aún nos afectan.

La curiosidad es una expresión de angustia.

Queremos saber por temor a lo desconocido. Buscamos las causas de lo que nos afecta suponiendo que mientras estas causas sean desconocidas no podremos atacarlas para destruirlas y terminar con el malestar que nos preocupa, al que suponemos ser el comienzo de lo que terminará matándonos.

Es el inevitable temor al dolor y a la muerte lo que estimula nuestra curiosidad y nos «obliga» a conocer hasta lo que no desearíamos saber.

(Este es el Artículo Nº 1.555)

11 comentarios:

Evaristo dijo...

Tenemos la ilusión de que todo, o casi todo, tiene una explicación. Si no nos la da la ciencia, la buscamos en la religión o en creencias esotéricas. Creemos que nuestro cerebro puede adueñarse del universo, conocerlo hasta en sus más mínimos detalles. Hemos progresado tanto,en lo que es ciencia y tecnología, que esta creencia tiene su lógica. Lo que nos cuesta ver es que nuestra visión del mundo sólo puede ser antropomórfica.

Alba dijo...

Cuando no queremos saber, habitualmente es porque preferimos creer que las cosas son mejores de lo que parecen, pero también pasa lo contrario, aunque parezca raro, creo que también buscamos no saber para creer que las situaciones son peores de lo que pensamos.

Margarita dijo...

Si ocupará lugar el saber!! Lo que sabemos puede angustiarnos mucho, dificultarnos la toma de decisiones, hacer que tengamos grandes dudas para determinar lo que está bien y lo que está mal.

Álex dijo...

No pienso como Margarita. Creo que cuanto más sabemos, mejor capacitados estamos para tomar decisiones, juzgar y eliminar dudas.

Morgana dijo...

Qué poder Álex!!!

Leticia dijo...

Puedo entender que Dios no quiera competencia, pero que no podamos saber lo que está bien y lo que está mal... la verdad que me supera.

Roberto dijo...

La humanidad puede ser atacada tanto por el mal como por el bien. Hacerle el bien a alguien, puede significar sobreprotegerlo, anularlo, impedirle crecer, subestimarlo, e incluso, ¨hacer el bien¨, puede significar -para algunos pocos- genocidio.

Irene dijo...

Siempre que alguien se cree dueño de la verdad, se vuelve peligroso cuando quiere hacer el bien.

José dijo...

La curiosidad es una expresión de angustia, tal como ud dice, y a su vez, esa angustia es el motor para continuar vivos, para movernos tras la busqueda de la satisfacción, el alivio y el placer.

Silvia dijo...

De pronto tendríamos que tenerle un poco más de fe al inconsciente. Muchas veces el solito soluciona las cosas.

Lucas dijo...

El saber que proviene de nuestro desarrollo cerebral, nos ha permitido adaptarnos a distintos climas y condiciones de vida. Parecería que somos la única especie que ha cometido la necedad de poblar el mundo entero, haciendo cosas como vivir en el Polo o en Siberia.