lunes, 9 de abril de 2012

Las fantasías catastróficas

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Las fantasías catastróficas son intentos de neutralizar otras fantasías según las cuales existe un destino inexorable (fatalismo).

Toda «primera vez» genera angustia. Genera lo que literalmente podemos llamar pre-ocupación, es decir, ocupación anterior a la ocupación misma.

La angustia, ¡sentimiento molesto, si los hay!, parece tener por objetivo generar un apronte, una predisposición, similar a la del deportista que antes de entrar a la competencia, salta en su sitio, hace elongaciones, se agita en vacío.

No demoramos mucho en aprender a pre-ocuparnos. El cuerpo memoriza todo lo que nos ocurrió para repetirlo si fue gratificante y para evitarlo si nos puso en peligro.

A estos funcionamientos comunes (aprender, repetir, evitar) se le agregan otros fenómenos psíquicos alimentados por contenidos fantasiosos, imaginarios, irreales, pero que dentro de nuestros cerebros no se diferencian de los efectivamente ocurridos.

En otro artículo (1) mencioné algo sobre los «pensamientos peligrosos» y en este artículo les comento qué ocurre cuando, para mitigar la angustia provocada por la preocupación que nos genera incertidumbre, elaboramos lógicas fantásticas pero que determinan conductas reales, efectivas, objetivas.

Quienes suponen que existe el destino, es decir, una fuerza desconocida, sobrenatural, inevitable, que fatalmente impondrá la ocurrencia de ciertos fenómenos que a cada uno nos tocó en suerte, quizá hayan elaborado también esas fantásticas lógicas para neutralizar los eventos desfavorables que la fatalidad nos tenga reservados.

La creencia en el destino (fatalismo) suele desarrollar pensamientos mágicos que intentan operar en igualdad de condiciones con esas fuerzas sobrenaturales.

En todo caso, si a ese pensamiento mágico no se lo considera tan poderoso, al menos es de gente responsable hacer (pensar, imaginar) todo lo posible para evitar las fatalidades («No hay peor trámite que el que no se hace»).

Por eso en los «pensamientos peligrosos» «ocurren» ciertas tragedias para que no ocurran en la realidad.

(1) El poder del pensamiento

(Este es el Artículo Nº 1.537)

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12 comentarios:

Damián dijo...

Las personas que viven preocupadas no disfrutan el presente, ni logran eficacia para resolver los problemas que se les van presentando.

Margarita dijo...

Muchas veces fantaseamos con una segunda oportunidad para desaprender lo aprendido, con la esperanza de que esa segunda vez, aprenderemos mejores cosas.

Lautaro dijo...

Sí, eso es lo que imaginan los hindúes, que en las sucesivas reencarnaciones van avanzando.
(con todo respeto lo digo)

Estela dijo...

Llega un momento que es tanto lo que evitamos, que sólo nos cabe una palabra, que no voy a decir porque no hay necesidad. Aunque sea menos expresiva diré ¨miedosos¨.

Hugo dijo...

Los psicoanalistas dicen que padecemos una compulsión a repetir, aquellas situaciones que no hemos podido resolver en nuestro psiquismo. Probablemente en cada repetición vayamos aprendiendo algo.

Mabel dijo...

Cierto que a veces la realidad se nos mezcla con las fantasías y los recuerdos.

Tiago dijo...

En los cambios de siglo siempre hay algunos que se suicidan porque creen que se viene el fin del mundo.

Lucas dijo...

Me llama la atención que quienes creen que la persona después de muerta ¨pasa a mejor vida¨, no hagan nada para apurar el trámite. Será el instinto de conservación...

Osvaldo dijo...

Quienes creen en un destino inexorable, piensan que hay que encontrar ese destino. Mientras uno ignora a qué está predestinado, anda sin rumbo.

Analía dijo...

No entiendo bien cuáles son los sentimientos peligrosos a los que ud. se refiere. De pronto si pone algún ejemplo me doy cuenta.

Luis dijo...

Pensando en lo que pregunta Analía, se me ocurre un ejemplo... a ver si entendí bien.
Supongamos que un guerrero espartano cree que su destino es sobrevivir a todas las batallas. En ese caso el pensamiento mágico que podría desarrollar, sería creer que es indestructible.

Gustavo dijo...

El ejemplo de Luis estaría bien si se tratara de una fatalidad. Sobrevivir a todas las batallas no lo es. Sería mejor poner como ejemplo que el destino de ese guerrero es morir en batalla y que para evitar ese trágico destino, se convenza de que deberá matar un cuervo todos los días.