Quienes menos toleran ser criticados, seguramente se reservarán la opinión negativa que tengan de otros, aunque eso implique disolver el vínculo.
Imaginemos una entrevista laboral en la que el candidato le dice al selector de personal algo así como «A mí no me gusta trabajar, soy impuntual y los salarios miserables me ponen muy agresivo».
Podría decirse que:
— el postulante está hablando con sinceridad,
— que si el entrevistador es realista y honesto, piense: «Así somos todos. Pasaré por alto estos detalles», y
— que el postulante calcule: «Si me aceptan con estas características desde el principio, más adelante podré tomarme otras libertades».
Estaremos de acuerdo en que acá hay algo que no cierra aunque en principio parece coherente.
En otro artículo (1) aludía a la franqueza de la que nos beneficiaríamos para optimizar los vínculos en los planos afectivo y económico.
El énfasis del referido artículo está puesto en que son nuestras actitudes las principales bloqueadoras de la sinceridad ajena.
Observemos que en general tomamos como verdad incuestionable el proverbio que dice «No le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hagan a tí».
Esta receta de indiscutible prestigio es la promotora de infinitas equivocaciones y de algunos aciertos.
Como los beneficios son conocidos, intentaré comentar algunos perjuicios.
La sentencia popular está diciendo que, a partir de tomarnos como modelo de normalidad, corresponderá tratar a los demás como si fueran nuestros clones.
Si no me gusta que me corrijan, me enseñen, me discutan, deduzco que a los demás tampoco les gusta.
Por lo tanto, si mi compañero sexual tiene mal aliento, me regala ropa horrible o eyacula precozmente, jamás se lo diré, no por delicadeza, sino porque a mí me molestaría tanta sinceridad.
En suma: con la lógica del proverbio, ni él ni yo podremos comunicarnos francamente.
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10 comentarios:
No deja de ser una suerte que a menudo los demás sean mejores que uno.
Los jefes no le tienen mucha tolerancia a las críticas constructivas de sus empleados.
Los trabajadores representados siempre como tipos de traje y corbata ya me tienen más que paspada.
Con los mejores amigos una se siente libre de decir lo que de verdad siente y piensa.
sí, claro, ud pone ese ej que no cierra porque está bien ser sincero pero tampoco la pavada
Dicen que el televisor no es muy sincero, pero yo igual lo bloqueo porque me hace mal.
Y no te gusta ver las telenovelas, Chapita?
Las telenovelas a veces sí.
Los informativos no.
Supongo que quienes no pueden ser francos consigo mismos, tendrán especial dificultad en serlo con otros.
Estoy de acuerdo con Maribel y agrego algo más. Las personas que se autoengañan con promesas religiosas tales como la vida eterna y todas esas verduras, no sólo disfrazan la realidad propia, sino toda la realidad. Aunque quieran, muchas veces no pueden ser sinceros.
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