jueves, 8 de septiembre de 2011

La ventaja de imaginarse culpable

Hasta los sentimientos de culpa más injustificados tienen la ventaja de aportarle a su víctima la insuperable sensación de ser protagonista de méritos igualmente injustificados.

La diferencia más importante que existe entre un psicólogo y un no psicólogo está en que el profesional no cree que el consultante sea igual que él mientras que el no psicólogo tiende a pensar que los demás se le parecen al punto de diagnosticar proyectando (imaginando, suponiendo) en el otro sus propias características.

De cualquier forma la psicología y todas sus artes científicas afines (psiquiatría, psicoanálisis, conductismo) es una disciplina especialmente incierta. Las hipótesis, teorías y conjeturas que nos aporta exigen que el umbral de tolerancia a la incertidumbre sea alto.

La buena noticia es que podemos entrever una cierta lógica en el comportamiento humano que nos guía para lograr algunas conclusiones que operativamente dan resultado.

Por ejemplo, es posible comprender que seamos incoherentes porque casi todas las opciones que se nos presentan son de tal suerte que si bien la elegida es la mejor, la rechazada también posee algunos rasgos valiosos cuya pérdida lamentaremos... o haremos lo posible para disfrutarlos.

El ejemplo más claro que conozco está en las relaciones monogámicas: Nos unimos a quien más nos gusta pero como las otras opciones (las que tuvimos que des-elegir, abandonar, rechazar) conservan rasgos atractivos, las disfrutaremos practicando la infidelidad.

Un ejemplo menos claro pero muy rentable refiere a los sentimientos de culpa.

Nos mortificamos porque nuestro hijo fracasa y no paramos de buscar dónde nos equivocamos aunque sepamos que él es un adulto diseñado completamente por el azar de la naturaleza y de su suerte personal. Elegimos sentirnos culpables porque de esa forma también podremos sentirnos dioses, habilidosos escultores de un ser humano, únicos «fabricantes» de alguien tan maravilloso (como sus padres).

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12 comentarios:

Daniela dijo...

Sentirse culpable a veces es tan loco como ofrecerse en sacrificio para el perdón de los pecados ajenos.

Evangelina dijo...

Lo que quieras decir, Daniela, dilo directamente, sin tapujos. Es clara tu alusión al cristianismo y grande tu falta de respeto.

Nancy dijo...

Esto es muy confuso. Ud dice que los padres no somos culpables de lo que les pasa a nuestros hijos, y por la tele a cada rato una se encuentra a colegas suyos que dicen lo contrario.

Jorge dijo...

Creo que Nancy no tiene que confundir la cuota de responsabilidad que le toca a un padre cuando un hijo es pequeño y la que toca cuando es un adulto.

Shanti dijo...

Soy muy parecida a una amiga que es Técnica Laboratorista, pero soy astróloga. Qué raro, no?

Anónimo dijo...

Debo admitir que mis pacientes se parecen a mí en una cosa: todos están en una posición acomodada.

Jacinto dijo...

Sí; lo que tiene la culpa es que te da protagonismo. Pero dicho así parece como si uno la gozara, y bien que la sufre.

Elbio dijo...

Deberíamos aceptar que la realidad es bastante sosa, muy apegada al azar, demasiado ajena a nuestra autoría.

Olegario dijo...

El político corrupto debería sentir culpa o podríamos decir que este sentimiento nomás lo lleva a creerse artífice de nuestra nación?

la gordis dijo...

A veces no tengo claro si voy al psicólogo para comer sin culpa, o si quiero sentir algo de culpa para no verme como una gorda psicopática.

Anónimo dijo...

Ahora entiendo por qué fallaba en la clínica... me sentía igual a todos mis pacientes!

Marcos dijo...

Los hinchas no necesitan ponerse la camiseta para tener el más absoluto convencimiento de que cualquier otro equipo es desastroso, al lado del suyo. El hincha es monógamo por naturaleza.