viernes, 23 de septiembre de 2011

La imitación del modelo materno

Las mujeres aman a las mujeres porque aprendieron a amar con su mamá. Los varones las cortejamos imitando a su madre.

Si podemos evitar la arrogancia y admitimos que somos animales comunes y corrientes, mamíferos, bípedos (no plumíferos), nos acercamos a considerar que estamos incluidos en los comportamientos habituales de nuestros congéneres, con los matices que nos distinguen a todas las especies.

Lo único que realmente nos diferencia de los demás animales es que nuestras hembras sólo pueden ser fecundadas por los varones. El concepto que alguien bautizó acertadamente aislamiento reproductivo ya lo he comentado en otros artículos. (1)

Si los humanos no fuéramos tan neuróticos (2), podríamos ver y actuar según la realidad de los hechos.

En nuestra especie, como en los otros mamíferos, las mujeres hacen el mayor aporte a la conservación de su especie. (3)

Ellas manifiestan el celo eligiendo a los varones que mejores hijos podrían fecundarles, aunque la neurosis colectiva hace que mostremos los hechos al revés: en nuestra cultura neurótica, para demostrar nuestra hombría, somos los hombres quienes seducimos, cortejamos, persuadimos, asediamos, conquistamos, convencemos y las llevamos a la cama para «hacerles» algunos hijos.

Pues no: fuera de la neurosis, los varones que representamos ese rol teatral estamos mostrando una actitud femenina porque, además de que son ellas las que realmente nos eligen, son las madres de ellas las que determinan su predilección (opción) sexual (4).

Por lo tanto, cuando los varones las cortejamos intentamos demostrarles que, a pesar de nuestro aspecto tan poco femenino, igual podemos quererlas, hacerles mimos, protegerlas, alimentarlas, vestirlas, como ya lo hizo su mamá.

En suma: la actitud seductora masculina tiene un perfil femenino, aunque como acostumbramos hacerlo (es tradición muy antigua), suponemos que es muy viril regalar flores, ser «caballero», decirle que es bella, imitar a su mamá.

(1) Matrimonio igualitario
Los monos degenerados
(2) La mayor cultura de los ricos
(3) «A éste lo quiero para mí»
«Soy celosa con quien estoy en celo»
«La suerte de la fea...»
(4) Los varones maternales 

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7 comentarios:

Eladia dijo...

Ay no! yo soy plumífera.
Algunos me dicen que soy un ángel... aunque en casa prefieren gritarme: "qué manía esa de pasarte con el plumero!"

Priscilla dijo...

Me gustó eso de que están dispuestos a alimentarnos y vestirnos. Está seguro que todos?
Ojalá que yo encuentre uno así. No es por ser explotadora; es que una anda ocupada en tantas cosas...

Maruja dijo...

Estuvo muy bien en poner entre comillas lo de 'hacerles algunos hijos'. Ellos no nos hacen los hijos; ponen espermatozoides y punto.

Natalia dijo...

Si somos nosotras las que los elegimos y ustedes por lo general aceptan; entonces por qué competimos tanto entre nosotras para ser la más linda, la más flaca, la más jóven, la mejor vestida?

Camilo dijo...

Usted me está dando vuelta la cabeza! Los sesos me quedan del lado de afuera! Vaya de a poco, Doc. Lo que no asimilo lo vomito, delo por seguro.

Tiago dijo...

No somos plumíferos, pero el cortejo mejor es el de las aves machos. El pavo real no se puede creer!

Matute dijo...

Es cierto, no somos plumíferos, no somos ovíparos,PERO TODO ESTO NOS CUESTA UN HUEVO. Lo de que estoy imitando a mi suegra, todavía no me lo puedo tragar.