martes, 23 de agosto de 2011

La verdad bloquea el cerebro

La tendencia inteligente a realizar el menor esfuerzo, permite ilusionarnos con que ya conocemos ciertas verdades para no tener que seguir pensando en ellas.

Nuestra tendencia al menor esfuerzo (1) es inteligente porque la economía es la administración de recursos escasos y la energía humana no es abundante.

Cuando nuestro trabajo intelectual cree haber llegado a la verdad, inteligentemente se detiene, como se detiene el llenado de una cisterna.

Reitero que nuestro pensamiento es precario, modesto, ineficiente (2), ideal para hacer trampas, para mentir y mentirse.

Por eso, para ahorrar trabajo, tiempo y energía, se complace engañándose.

Efectivamente, cuando llegamos a una conclusión que nos permite parar de investigar, razonar, comprobar, rápidamente la convertimos imaginariamente en verdad y damos por concluida la búsqueda.

Claro que esta verdad es aparente, sólo imaginada para no seguir pensando y, sobre todo, para cerrar la herida que nos produce la incertidumbre, la duda, la ignorancia ansiógena.

Jacques Lacan (1901-1981) fue un psiquíatra francés que retomó los trabajos iniciados por Freud y nos puso a pensar entre todos.

Quiso la casualidad que este filósofo y psicoanalista tuviera un estilo literario particularmente confuso.

Como era muy inteligente, trató de encontrarle algún beneficio a ese defecto y en parte lo logró.

Se defendió diciendo que lo más productivo es no entender, porque cuando entendemos, dejamos de trabajar por las razones económicas que mencioné más arriba. Sin embargo, cuando algo nos exige un esfuerzo de comprensión, nuestras cabezas generan una cantidad de hipótesis nuevas que no habrían surgido con una comprensión inmediata de su redacción.

Dije que “en parte lo logró” porque algunos nos divertimos con sus acertijos, frases herméticas y razonamientos para superdotados, pero lamentablemente la mayoría huye hacia psicoanalistas que explican todo, para que el lector lo entienda todo y no tenga que gastar energía pensando.

(1) Los gustos costosos

Más rendimiento con menos esfuerzo

(2) La arrogante defensa de la verdad

Pensamiento monopólico y violencia

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8 comentarios:

Rulo dijo...

Otros me llaman haragán, pelotudo, tipo al pedo. Ud me dice inteligente.
No lo olvidaré.

Facundo Negri dijo...

El trabajo intelectual se parece al de una cisterna! Eso me parece muy acertado. A menudo lo que pensamos se va por el caño. Nadie lo toma, a nadie le interesa.

Andrés dijo...

Habitualmente paramos de pensar cuando hemos llegado a una conclusión que nos sirve para justificarnos.

Paty dijo...

Ahora me doy cuenta por qué dicen que ud es irónico! Dijo que ser inteligente era un defecto. JA,JA!

Tiago dijo...

NOOO Paty, lo que dijo Mieres es que el defecto que tenía Lacan era tener un estilo literario confuso.
Aunque a mí no me parece que fuera un defecto. Yo creo que el tipo lo hacía apropósito para darse dique.

Canducha dijo...

Mire, para la vida, lo que es para la vida, yo prefiero a Jorge Bucay.

Octavio dijo...

Puede que Jorge Bucay te de ánimo, Canducha, pero no hace más que repetir lo que todos ya sabemos y apelar al voluntarismo, es decir, a que todo es posible si nos lo proponemos, si lo queremos realmente. Para él la fórmula es "querer es poder". Si piensas un poco, encontrarás innumerables ejemplos en tu vida, de cosas que has querido realmente, con toda tu alma, y no has podido conseguir. Bucay se maneja como si el funcionamiento inconsciente no existiera y como si todas las trabas externas, todas las circunstancias adversas, fueran superables. Falta que venda sus libros con un traje de Súperman.

Anónimo dijo...

Dejé de ir a las clases introductorias al pensamiento de Lacan, porque era humillante. Nunca entendía lo que en realidad él quería decir. Entonces cada vez participaba menos en clase para no meter la pata. Porque algunos hasta se reían con los comentarios que yo hacía.