lunes, 4 de febrero de 2013

La irresponsabilidad y el libre albedrío



  
Describir, conocer y documentar por escrito los términos de nuestra convivencia solo es útil para algunos de quienes creen en el libre albedrío.

Los humanos podemos pertenecer a una de estas dos categorías:

a) Aquellos que prefieren hablar, aclarar, contratar, explicitar, describir, los términos de un vínculo afectivo, de una relación comercial o laboral, de las normas de convivencia establecidas en nuestro colectivo; y

b) Aquellos que prefieren hacer todo lo contrario no gustan hablar de esos asuntos, prefieren pensar mínimamente sobre cómo están vinculados, qué puede entenderse por la relación comercial o laboral, desean ignorar las leyes y normas de convivencia de su sociedad.

De alguna manera también ambos grupos se caracterizan por su relación con el conocimiento: Los primeros prefieren saber y los segundos prefieren ignorar.

De estas características se desprende que los primeros prefieren «las cosas claras» y previsibles, mientras que los segundos viven mejor en la confusión, la anarquía y la improvisación.

Desde un punto de vista muy general, ninguna de las dos opciones es mejor que la otra en tanto podamos admitir que los humanos no decidimos nada sino que la naturaleza se encarga de inducirnos conductas, que parecerían ser adoptadas en uso de un supuesto libre albedrío, pero que en realidad están determinadas por una cantidad no identificada de factores ajenos a nuestro control (genéticos, biológicos, culturales, accidentales y muchos más).

Para quienes creen que los seres humanos somos responsables de nuestras acciones, es muy importante tener todos los términos de la convivencia bien claros, explicitados y si fuera posible, documentados por escrito.

Algunas personas hacen algo diferente: dicen creer en el libre albedrío pero prefieren la ausencia de contratos e ignorar las normas de convivencia pues quieren que todos sean muy estudiosos y disciplinados pero reservándose el derecho de ser anárquicos e irresponsables.

(Este es el Artículo Nº 1.799)

13 comentarios:

Gabriela dijo...

Realmente caemos en contradicción cuando contando con conocimientos suficientes sobre psicología humana no logramos que éstos se reflejen en nuestras leyes.
Está claro que debemos defendernos de aquellas personas que pueden causarnos daño, pero aún no hemos encotrado el CÓMO justo y eficiente.

Nazareth Inglese dijo...

Ponerse del otro lado del mostrador
puede ser muy tranquilizador
pero en realidad todos estamos
del mismo lado del mostrador.

Alicia dijo...

Pienso que es útil pensar cómo estamos relacionados. Formamos parte de una enorme red de vínculos y saber dónde estamos parados y qué estamos haciendo, sirve. Sirve aunque no demos con la respuesta correcta. Pensarse siempre sirve, al menos esa es mi opinión.

Mauricio dijo...

Conocí una pareja que había determinado por escrito los términos de su relación. Por lo poco usal parece bastante descabellado. Pero... depende también de cómo se haga. Si realmente lo hicieron entre los dos, dándose la posibilidad de recontratar y con flexibilidad... puede ser una buena idea.

Olga dijo...

Creo que algo así como lo que comenta Mauricio se usa como técnica en Terapia Sistémica, pero no sé bien cómo es la cosa.

Hugo dijo...

Gabriela se equivoca cuando afirma que contamos con conocimientos suficientes sobre psicología humana. Al menos para encarar el tema que se plantea en el árticulo, no los tenemos.

Silvia dijo...

Ignorar las leyes de convivencia de la sociedad en la que se vive es posible, en el sentido de pasarlas por alto, pero no por no conocerlas. Al menos a grandes rasgos es imposible no conocer esas normas. Aclaro por las dudas.

Elena dijo...

Explicitar hablando o escribiendo no asegura que el vínculo laboral o afectivo sea previsible. Ayuda, pero si no creemos en el libre albedrío, tampoco nos hagamos demasiadas ilusiones.

Antonio dijo...

Los adolescentes se revelan contra las normas de convivencia establecidas. En ellos eso es sano y los adultos podríamos mejorar mucho nuestra organización social si supiéramos escucharlos en serio.

Ingrid dijo...

Que lentamente vayan desapareciendo los zoológicos que tienen apresados animales grandes en pequeñas jaulas, sin tener en cuenta ninguna de sus necesidades, es decir, ni el clima al que están adaptados, ni su necesidad de movimiento, su organización social, la forma de alimentarse, etc; es una señal alentadora. Si comenzamos a apiadarnos de ellos, de pronto algún día comenzaremos a apiadarnos de nosotros mismos.
No estoy diciendo ¡suelten a los presos!, ¡devuélvanlos a su ámbito natural!. Lo que trato de decir es que entender un fenómeno nos lleva a encontrar soluciones más adecuadas a los problemas que ese fenómeno presenta.

Marta dijo...

Es cierto que no todos estamos en condiciones de responsabilizarnos de nuestras acciones. Lo podemos ver en cosas pequeñas, no es necesario pensar en homicidios. ¿Cuántos padres divorciados se responsabilizan de sus hijos? ¿Cuántos pasan la pensión alimenticia? ¿Cuántos los siguen viendo?.
Vamos a mirar un poco para adentro en lugar de levantar el dedo acusador.

Adrián dijo...

No son tan pequeñas esas cosas que mencionaste, Marta. El vínculo entre padres e hijos es fundamental para el desarrollo armónico de una persona. Y esas personas son buena parte de lo que hace a la sociedad.

Ernesto dijo...

De acuerdo con Adrián, pero la sociedad no es sólo la suma de personas que la integran. Hay estructuras que nos preceden y nos modelan. Por eso coincido con Antonio: hay que escuchar y darle lugar a los jóvenes.