lunes, 18 de febrero de 2013

La empobrecedora actitud de no hacer preguntas




Quienes rehusan hacer preguntas, quedan obligados a ganarse la vida haciendo las tareas más brutas, toscas, rústicas y animalescas.

En otro artículo (1), les comentaba textualmente:

«Por ejemplo, sería posible decir que el que hace una pregunta es una persona pasiva que espera ser satisfecha por quien responde, de donde podemos deducir que preguntar es una acción femenina y que responder es una acción masculina».

En muchas personalidades aparece la necesidad de reafirmar el sexo propio, especialmente entre los varones. Los varones solemos necesitar insistentes señales de nuestra virilidad y somos muy vulnerables ante cualquier duda.

De ambas reflexiones podemos deducir que son muchos los varones que no llegan a ser buenos estudiantes primero y buenos trabajadores después, en tanto no quieren preguntar por considerar que esa actitud desmerecería su virilidad.

Claro que para poder andar por la vida sin hacer preguntas tenemos que adoptar algunas actitudes complementarias.

Por ejemplo, tendríamos que intentar ser autodidactas, es decir, para aprender sin preguntar tenemos que buscar un lugar donde no sean necesarias las preguntas al profesor o al maestro.

Muy recientemente esto se ha visto facilitado por Google y por Wikipedia.

Estos maestros anónimos nos permiten buscar lo que querríamos saber sin que nadie piense que estamos haciendo preguntas afeminadas.

Por ejemplo, tendríamos que desarrollar una personalidad muy arrogante, soberbia, omnipotente, para lo cual no tendríamos más que seguir siéndolo, pues mientras somos niños es probable que intentemos creernos todopoderosos.

Obsérvese que en lo que refiere a este rasgo de personalidad nacemos sabiendo y para ser arrogantes no tenemos que aprender nada sino que solo tenemos que seguir siéndolo.

Por ejemplo tendríamos que ganarnos la vida haciendo alguna tarea que no nos obligara a hacer preguntas, es decir, tendríamos que ganarnos la vida haciendo las tareas más brutas, toscas, rústicas.
  
 
(Este es el Artículo Nº 1.813)

8 comentarios:

Ingrid dijo...

Sí, he observado que muchas personas se sienten desmerecidas cuando dejan ver que no saben algo. Preguntar es algo que se valora poco. Preferimos anotarnos las dudas y sacárnoslas nosotros mismos. Entonces procedemos de una manera empobrecedora, porque a lo que leemos o averiguamos por nosotros mismos le falta la mirada del otro, la lectura del otro.

Clara dijo...

El hombre se siente obligado a tener las respuestas. Si no las tiene las inventa.

Valeria dijo...

Teniendo en cuenta el comentario de Clara, podríamos decir que en general los hombres son más inmaduros que las mujeres.

Damián dijo...

No preguntar nos quita posibilidades de vincularnos.

Marisa dijo...

Los y las que no preguntan a veces de verdad creen tener respuesta para todo.

Estela dijo...

Nacemos sabiendo y crecemos sabiendo que ignoramos. Eso nos asusta, sobre todo en la adolescencia y en las demás crisis vitales.

Martín dijo...

Los profesores nos decían que preguntáramos pero nos respondían repitiendo lo mismo.

El poeta dijo...

La tecnología nos puede hacer más sabios pero también más sobervios, todo depende de cómo usemos el verbo.