domingo, 3 de febrero de 2013

Devorados por la pasión



 
Caminábamos en sentido contrario. Ella tenía un andar armónico, danzarín, alegre, suelto y su vestimenta era la adecuada para ese baile con desplazamiento.

Cuando nos cruzamos casi me había detenido porque siempre dejo de hacer una cosa para poder hacer mejor la otra, en este caso observarla.

Me miró a los ojos, sentí una fugaz invasión de hormigas por todo el cuerpo, me tomó de la mano y sin modificar su andar, tuve que seguirla, un poquito retrasado, mirándole el cabello, el movimiento y las pecas de los hombros. Imaginaba que seguía sonriendo porque todos la miraban.

Atravesamos la puerta muy pesada de una iglesia que luego ella cerró empujándola. El golpe se convirtió en un estruendo dentro del enorme ámbito.

La nave central no tenía bancos y en el fondo no había signos religiosos. Solo una gran alfombra azul que al pisarla denotaba gran espesor.

Cuando nos detuvimos en el medio del amplio salón, lleno de luces multicolores provenientes del sol filtrado por enormes vitrales, ella volvió a mirarme.

Al recordar esto se llenan mis ojos de lágrimas porque evoco las sensaciones de aquel momento.

Las ropas de ambos cayeron y, cual pareja de baile, hicimos el movimiento adecuado para alejar aquellos despojos de civilización.

Ella se acostó en la alfombra y un rayo de sol blanco enfocó sus ojos formando un halo que la santificaba.

Tuve una erección y ella extendió sus brazos invitándome a que la abrazara.

La besé incansablemente hasta que la penetré. Ella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás al iniciar un orgasmo que no cesó.

Habité su cuerpo sin moverme, pero mis sensaciones eran como si entrara y saliera.

Comenzamos a besarnos y mis deseos de eyacular avanzaban notoriamente.

La pasión aumentó hasta que ella comió parte de mi hombro. Al sentir un enorme placer por su iniciativa pensé que podía gratificarla con lo que tanto deseaba y comí su seno izquierdo.

Así seguimos hasta que solo quedaron las bocas, que al devorarse exclamaron un aullido de placer orgásmico que retumbó en el enorme espacio iluminado.

Nota: Este texto le fue dictado a una persona que aún posee cuerpo terrenal.

(Este es el Artículo Nº 1.798)

11 comentarios:

Carolina dijo...

Me gusto mucho el cuento, Doc!! Será que soy muy romántica, pero más allá de eso, las imágenes me resultaron tan claras como las de una película. Me hice la película, jajaja!

Alba dijo...

Esta vez, si se hubiera ahorrado el videocomentario habría estado mucho mejor. Pero bueno, lo perdono. No sé por qué ud descree de los momentos de pasión intensa, o al menos eso fue lo que yo entendí escuchando el video.

Álvaro dijo...

Creo que soy un varón heterosexual bastante definido y me gustó el relato. La fantasía, la imaginación está puesta en la descripción de lo que sucede en el salón, o mejor dicho, en que suceda eso en un salón que se parece a una iglesia a la que aún no han alajado. Fuera de eso -que es importante porque ambienta de manera excelente el relato- lo demás no me parece nada alejado de la realidad.

Jacinto dijo...

Me gustó eso de que sólo quedaron las bocas. Se comieron el uno al otro, a puro beso.

Federico dijo...

Cuando la pasión es tan fuerte y va unida al amor, tiene mucho de sagrado. Gran acierto que el encuentro se desarrolle en una iglesia despojada de todo. Habitada sólo por los amantes. Ellos son lo sagrado.

Norton dijo...

Un relato erótico bello, sin caricatura, honesto.

Lola dijo...

Después de leer esto muero por entrar a una iglesia que esté cerrada... aunque sea rompiendo una ventana.

Óscar dijo...

Para mí lo fantástico del relato está en esa pasión a primera vista y sin mediación de la palabra.
Cuando desarrollemos la telapatía, estas cosas se van a dar Mieres!. Entre tanto habrá que laburarla.

Norma dijo...

Los modelos de belleza con los que ilustra sus artículos... esos sí son ideales, alejados de la realidad de la mayoría de las mujeres, que lamentablemente quedamos afuera.

Margarita dijo...

La puerta se cerró con un estruendo porque el mundo exterior quedó afuera de manera ruidosa. Ambos entraron en el mutuo silencio necesario para encontrarse.

Luján dijo...

Me gusta el nombre ¨nave central¨. Da la sensación de que al avanzar por ella se navegara hacia lo más profundo del centro.