Quienes rehusan hacer preguntas, quedan obligados a ganarse la
vida haciendo las tareas más brutas, toscas, rústicas y animalescas.
En otro artículo (1), les
comentaba textualmente:
«Por ejemplo, sería posible decir que el que hace una pregunta es una
persona pasiva que espera ser satisfecha por quien responde, de donde podemos
deducir que preguntar es una acción femenina y que responder es una acción
masculina».
En muchas personalidades
aparece la necesidad de reafirmar el sexo propio, especialmente entre los
varones. Los varones solemos necesitar insistentes señales de nuestra virilidad
y somos muy vulnerables ante cualquier duda.
De ambas reflexiones podemos
deducir que son muchos los varones que no llegan a ser buenos estudiantes
primero y buenos trabajadores después, en tanto no quieren preguntar por
considerar que esa actitud desmerecería su virilidad.
Claro que para poder andar por
la vida sin hacer preguntas tenemos que adoptar algunas actitudes
complementarias.
Por ejemplo, tendríamos que
intentar ser autodidactas, es
decir, para aprender sin preguntar tenemos que buscar un lugar donde no sean
necesarias las preguntas al profesor o al maestro.
Muy recientemente esto se ha visto facilitado por Google y
por Wikipedia.
Estos maestros
anónimos nos permiten buscar lo que querríamos saber sin que nadie piense que
estamos haciendo preguntas afeminadas.
Por ejemplo, tendríamos que desarrollar una personalidad muy
arrogante, soberbia, omnipotente, para lo cual no tendríamos más que seguir
siéndolo, pues mientras somos niños es probable que intentemos creernos
todopoderosos.
Obsérvese que en lo que refiere a este rasgo de personalidad
nacemos sabiendo y para ser
arrogantes no tenemos que aprender nada sino que solo tenemos que seguir
siéndolo.
Por ejemplo tendríamos que ganarnos la vida haciendo alguna
tarea que no nos obligara a hacer preguntas, es decir, tendríamos que ganarnos
la vida haciendo las tareas más brutas, toscas, rústicas.
(Este es el Artículo Nº 1.813)
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8 comentarios:
Sí, he observado que muchas personas se sienten desmerecidas cuando dejan ver que no saben algo. Preguntar es algo que se valora poco. Preferimos anotarnos las dudas y sacárnoslas nosotros mismos. Entonces procedemos de una manera empobrecedora, porque a lo que leemos o averiguamos por nosotros mismos le falta la mirada del otro, la lectura del otro.
El hombre se siente obligado a tener las respuestas. Si no las tiene las inventa.
Teniendo en cuenta el comentario de Clara, podríamos decir que en general los hombres son más inmaduros que las mujeres.
No preguntar nos quita posibilidades de vincularnos.
Los y las que no preguntan a veces de verdad creen tener respuesta para todo.
Nacemos sabiendo y crecemos sabiendo que ignoramos. Eso nos asusta, sobre todo en la adolescencia y en las demás crisis vitales.
Los profesores nos decían que preguntáramos pero nos respondían repitiendo lo mismo.
La tecnología nos puede hacer más sabios pero también más sobervios, todo depende de cómo usemos el verbo.
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