Los interminables pasajes
de la alegría a la tristeza o del placer al dolor son causados por un
inevitable funcionamiento corporal.
Parece que en su origen,
(etimología), el verbo «penetrar» deriva de entrar, llegar hasta el
fondo. Algunos
piensan que la palabra «penetración» es la fusión de dos acciones:
pene + tracción, es decir, entrar hasta el fondo y luego salir.
Reconocemos acá una clara referencia al acto de fornicar que consiste
precisamente en hacer que el pene entre y salga reiteradas veces de la vagina.
Mediante esta acción mecánica, el pene recibe de las paredes vaginales
los estímulos adecuados para que se produzcan en el varón los espasmos pélvicos
que den lugar a la eyaculación de semen, (¿imagen?), que eventualmente dará
lugar a la gestación de un nuevo ser humano en el cuerpo de la mujer receptora.
Según nuestra mente, inteligencia, psiquis, los esquemas de
funcionamiento se repiten de varias formas, con las transformaciones
adaptativas necesarias.
Aclaro esto:
Así como la función que permite la fecundación se logra mediante un
movimiento mecánico de entrar y salir, otras funciones humanas también dependen
de dos acciones opuestas.
Veamos estos fenómenos:
Adentro y afuera, (coito),
placer y dolor, comer y evacuar, dinamismo y apatía, felicidad y tristeza,
sístole y diástole, (latidos del corazón), y otros.
Estas acciones que se nos
presentan en oposición binaria, (porque son dos acciones asociadas), fueron
copiadas por la informática. Efectivamente, toda la informática se basa en
estas dos acciones, traducidas en «prendido y apagado», las que en lenguaje de
programación se representan por el número uno y por el número cero,
respectivamente.
El motivo de este artículo es comentar que nuestros interminables
pasajes de la alegría a la tristeza, del placer al dolor, no son otra cosa que
un inevitable funcionamiento corporal, sin el cual no podríamos vivir.
●●●
12 comentarios:
Inevitable pero molesto. ¡Muy molesto! Antes que nada deseo la paz y la estabilidad.
No hay mayor paz que la de los cementerios.
Te diré que no hay tanta paz en los cementerios. Paz en las tumbas, pero sufrimiento en los alrededores.
Quiero paz con momentos de alegría. Lo más frecuentes que sea posible. La paz es una buena base para que surja la alegría.
Algunos dolores básicos los solucionamos fácilmente en la sociedad civilizada. Un analgésico, comida en la heladera, techo y cama confortables.
Por eso que dice Adriana es que nos vivimos ahogando en un vaso de agua. Si viviéramos acorralados por los peligros y la escasez. Si cada día tuviéramos que luchar por nuestra vida, como nuestros antepasados recolectores, cazadores, pescadores... Gente nómade. Buscavidas. Si para nosotros fuera así, viviríamos el presente con más intensidad y a la tristeza le quedaría menos lugar.
Perdoname Ernesto, pero donde veo escasez y peligros, también veo violencia e infelicidad. En este planeta, hoy, siglo XXI, ¿acaso la mayoría no vive así?
Infelicidad y felicidades hay tanto en la alegría como en la escasez. Pero sucede algo curioso: se suicida menos gente en tiempos de guerra. Se tienen más hijos en tiempos de guerra.
Da para pensarlo.
Está la oposición binaria y están los incontables matices. Aunque con los matices pasa lo mismo. Estás un poco tristón y después un poco alegre. Muchas personas son de tonos pálidos, mientras que otras viven en blanco y negro.
Inspirar y espirar... hasta que expirás.
Mi dinamismo me lleva a caminar por la pared y mi apatía a hundirme adentro de la cama. Me internan generalmente cuando camino por la pared, porque ahí parece que molesto más.
No queda otra que bancarse las oscilaciones de los estados de ánimo. Como dice Mieres, la vida está diseñada así. Igual yo trato de pasarle la lima a las puntas más agudas.
Nuestros esquemas básicos de funcionamiento se trasladan a todo lo que hacemos, o mejor dicho, están en todo lo que hacemos. Negarlo no te lleva a nada.
Publicar un comentario