Los ciudadanos, sobreprotegidos por los Estados o la Medicina, tenemos la edad o las actitudes de los ancianos.
Nada de lo que haga la Naturaleza puede ser
superado por una parte de la Naturaleza. Esto es como decir que «todo siempre es mayor que una parte
de ese todo».
Por lo
tanto, si los humanos somos parte de la Naturaleza nunca podremos superarla en
nada. Lo que sí puede ocurrir, (y de hecho ocurre), es que como somos más
imperfectos que Ella nuestro pobre cerebro piensa que la superamos.
Con esta
cabeza humana que tengo, quiero hacerles un comentario para las otras cabezas
humanas que quizá lean este artículo.
La
longevidad no es algo que parezca beneficiar a las especies.
Los
ejemplares más viejos funcionamos como un lastre que enlentece la evolución de
las especies.
Sin
embargo, no podemos negar que enlentecer un proceso puede ser algo beneficioso.
No todo lo rápido es mejor que lo lento.
Por
ejemplo, los mayores de 60 años quizá tenemos el rol de seguir haciendo algunas
cosas mientras los jóvenes maduran hasta la edad en que pueden ser
verdaderamente útiles, (mayores de 30 años).
La
evolución entre los humanos es o parece lenta.
Desde hace
unos años los gobernantes han adoptado la moda de sobre-proteger a los ciudadanos,
al punto de hacer cosas por ellos que solo les conciernen a los propios
interesados (1). Me estoy refiriendo a la obligación de los pasajeros de usar
casco y cinturón de seguridad.
Por su
parte, la Medicina agrega varias amenazas «protectoras» (tabaquismo, carnes
rojas, sedentarismo).
Los
veteranos nos cuidamos más que los jóvenes. Si estos están obligados desde el
Estado y la Medicina a cuidarse como si fueran viejos, terminamos en lo que
estamos: Los ciudadanos tenemos la edad o las actitudes de los ancianos.
(Este es el Artículo Nº 1.809)
●●●
9 comentarios:
Suena muy lógico, pienso que la evolución humana sería más rápida, supongo que para bien. Me refiero a la evolución en cuanto a valores morales. El tiempo, la experiencia, en muchos casos corrompe a los humanos. Los jóvenes tienen valentía, ideales y fuerza como para materializarlos. Pero mi reservo mis grandes dudas al respecto.
Como viejo que soy debo admitir que en muchas ocasiones los viejos somos un lastre. Sin embargo me pregunto, ¿para qué plantear terías imposibles de llevar a la práctica?
Plantear las cosas de la manera que usted lo hace, Mieres, acentúa el desprecio que se tiene hacia los viejos. No me parece nada bueno. Los viejos tienen mucho para aportar desde su experiencia de vida.
Pensar que Jesús hizo todo lo que hizo a los treinta años, es impensable para un joven de 30 años en nuestros días. Y para ir más cerca, acá en Uruguay, apenas hace dos siglos, un muchacho de treinta años, José Pedro Varela, hizo aportes muy valiosos a esa edad. Hoy nos asombramos si un hombre de esa edad se candidatea para la Presidencia de la República; nos asombramos más si gana, y muchísimo más si logra hacer algo importante.
Es verdad que para prolongar nuestra vida tenemos que aceptar la sobreprotección y los consejos de la medicina y de los gobernantes. Tenemos que adoptar una actitud sumisa e infantil. De todos modos la rebeldía puede mantenerse viva a cualquier edad. Usted es un ejemplo de ello.
No entiendo qué sentido tiene esa rebeldía sin causa que plantea Olga.
No planteo una rebeldía sin causa. Digo que podemos rebelarnos en lo que consideremos que vale la pena y acatar lo que nos sirve.
Los jóvenes se independizan antes cuando por razones culturales o económicas tienen que asumir responsabilidades. Démosles oportunidades de ejercer su responsabilidad haciéndose cargo de asuntos verdaderamente importantes. No los hagamos a un lado, y mucho menos fantaseando su muerte.
Quiero ver crecer a mis nietos. No me mate antes de tiempo.
Publicar un comentario