martes, 26 de febrero de 2013

El embarazo de los grandes hombres



 
La viril aspiración delirante de gestar un hijo (en forma Premio Nobel, de proeza), busca construir a quien probablemente nos amará.

«Estoy seguro de que los varones tenemos envidia del útero y de los senos. Nos hacemos los indiferentes menospreciando a las mujeres de mil maneras» (1), pero organizamos la cultura imponiéndonos a fuerza de músculos y adrenalina, para que ellas nos pertenezcan, sean de nuestra propiedad, integrantes de nuestro patrimonio.

«Si no puedes con él, únetele», aconseja una sentencia antigua, pragmática, sabia.

Las mujeres más inteligentes no suelen ser las más lindas porque ocurre que la inteligencia se desarrolla hasta su máxima potencialidad solo por la necesidad de sobrevivir.

Es casi imposible que un ser humano saciado, colmado, satisfecho, logre hacer algo mejor que dormir la siesta.

En un artículo recientemente publicado (2), propongo la hipótesis de que es tan fuerte la necesidad de trascender, de hacer algo grandioso, que muchas personas, inconscientemente, se meten en situaciones EMBARAZOSAS, complicadas, riesgosas, solo para imaginar que están embarazadas, gestando la vida de un semejante.

Si nos detenemos a observar la existencia de esas grandes personalidades de la humanidad que han realizado obras asombrosas por lo complejas, importantes, costosas, arriesgadas, podremos observar dos detalles interesantes:

1º) Todas esas personas son de sexo masculino; y
2º) Ninguno de ellos logró hacer algo más valioso que un simple niño, gestado por una adolescente analfabeta.

Pero a los varones que nos metemos en grandes obras EMBARAZOSAS, no solamente nos importa trascender, calmar las aspiraciones narcisísticas de ser famosos, celebrados, admirados, también buscamos algo imposible, muy similar a la zanahoria que el burrito persigue en su ambición e ignorancia.

La viril y delirante aspiración de gestar un hijo (en forma Premio Nobel, de mega proyecto, de proeza), busca construir algo que nos provea amor.

(Este es el Artículo Nº 1.821)

7 comentarios:

Morgana dijo...

En el videocomentario usted nos da una dirección interesante: Fernando Mieres esquina Independencia.
Espero que logre llegar a esa esquina, porque encontrar la calle Independencia no es nada fácil, y tampoco demasiado recomendable. Dicen que es una calle que se la cree demasiado.

Marta dijo...

Las grandes obras embarazosas de los hombres, terminamos disfrutándolas las mujeres.

Rulo dijo...

Las mujeres que se meten en obras de gran envergadura, tienen envidia del pene.

Silvana dijo...

En Buenos Aires vi una enciclopedia dedicada a describir las obras de ¨Las grandes mujeres de la historia¨. La verdad que no sé por qué tienen tan poca prensa.

Mabel dijo...

Para un hombre no hay peor fracaso que triunfar y no ser amado por ninguna mujer.

Evaristo dijo...

Si con triunfar nos referimos a quedar en la memoria de los humanos, estamos hablando de un triunfo incierto. No olvidemos que la memoria no logra evocar las situaciones más determinantes y significativas.

Sandra39 dijo...

Las grandes obras de las mujeres no son recordadas porque nuestra sociedad sigue siendo machista. Simplemente por eso.