Caminábamos en sentido contrario. Ella tenía un andar armónico, danzarín, alegre, suelto y su vestimenta era la adecuada para ese baile con desplazamiento.
Cuando nos cruzamos casi me había detenido
porque siempre dejo de hacer una cosa para poder hacer mejor la otra, en este
caso observarla.
Me miró a los ojos, sentí una fugaz invasión
de hormigas por todo el cuerpo, me tomó de la mano y sin modificar su andar,
tuve que seguirla, un poquito retrasado, mirándole el cabello, el movimiento y
las pecas de los hombros. Imaginaba que seguía sonriendo porque todos la
miraban.
Atravesamos la puerta muy pesada de una iglesia
que luego ella cerró empujándola. El golpe se convirtió en un estruendo dentro
del enorme ámbito.
La nave central no tenía bancos y en el fondo
no había signos religiosos. Solo una gran alfombra azul que al pisarla denotaba
gran espesor.
Cuando nos detuvimos en el medio del amplio
salón, lleno de luces multicolores provenientes del sol filtrado por enormes
vitrales, ella volvió a mirarme.
Al recordar esto se llenan mis ojos de
lágrimas porque evoco las sensaciones de aquel momento.
Las ropas de ambos cayeron y, cual pareja de
baile, hicimos el movimiento adecuado para alejar aquellos despojos de
civilización.
Ella se acostó en la alfombra y un rayo de sol
blanco enfocó sus ojos formando un halo que la santificaba.
Tuve una erección y ella extendió sus brazos
invitándome a que la abrazara.
La besé incansablemente hasta que la penetré.
Ella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás al iniciar un orgasmo que no
cesó.
Habité su cuerpo sin moverme, pero mis
sensaciones eran como si entrara y saliera.
Comenzamos a besarnos y mis deseos de eyacular
avanzaban notoriamente.
La pasión aumentó hasta que ella comió parte
de mi hombro. Al sentir un enorme placer por su iniciativa pensé que podía
gratificarla con lo que tanto deseaba y comí su seno izquierdo.
Así seguimos hasta que solo quedaron las
bocas, que al devorarse exclamaron un aullido de placer orgásmico que retumbó
en el enorme espacio iluminado.
Nota: Este texto le fue dictado a una persona que aún posee cuerpo terrenal.
(Este es el Artículo Nº 1.798)
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11 comentarios:
Me gusto mucho el cuento, Doc!! Será que soy muy romántica, pero más allá de eso, las imágenes me resultaron tan claras como las de una película. Me hice la película, jajaja!
Esta vez, si se hubiera ahorrado el videocomentario habría estado mucho mejor. Pero bueno, lo perdono. No sé por qué ud descree de los momentos de pasión intensa, o al menos eso fue lo que yo entendí escuchando el video.
Creo que soy un varón heterosexual bastante definido y me gustó el relato. La fantasía, la imaginación está puesta en la descripción de lo que sucede en el salón, o mejor dicho, en que suceda eso en un salón que se parece a una iglesia a la que aún no han alajado. Fuera de eso -que es importante porque ambienta de manera excelente el relato- lo demás no me parece nada alejado de la realidad.
Me gustó eso de que sólo quedaron las bocas. Se comieron el uno al otro, a puro beso.
Cuando la pasión es tan fuerte y va unida al amor, tiene mucho de sagrado. Gran acierto que el encuentro se desarrolle en una iglesia despojada de todo. Habitada sólo por los amantes. Ellos son lo sagrado.
Un relato erótico bello, sin caricatura, honesto.
Después de leer esto muero por entrar a una iglesia que esté cerrada... aunque sea rompiendo una ventana.
Para mí lo fantástico del relato está en esa pasión a primera vista y sin mediación de la palabra.
Cuando desarrollemos la telapatía, estas cosas se van a dar Mieres!. Entre tanto habrá que laburarla.
Los modelos de belleza con los que ilustra sus artículos... esos sí son ideales, alejados de la realidad de la mayoría de las mujeres, que lamentablemente quedamos afuera.
La puerta se cerró con un estruendo porque el mundo exterior quedó afuera de manera ruidosa. Ambos entraron en el mutuo silencio necesario para encontrarse.
Me gusta el nombre ¨nave central¨. Da la sensación de que al avanzar por ella se navegara hacia lo más profundo del centro.
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