Antes cada individuo mantenía una
relación personal con su Dios, ahora, cada ciudadano es un usuario anónimo,
controlado por la policía sanitaria (medicina).
Antiguamente, la iglesia era la intermediaria
entre cada ser humano y Dios. La institución eclesiástica administraba ese
vínculo personal de tal forma que, producida la muerte terrenal, cada ser
humano pudiera tener todo su historial en orden como para que el pasaje al
Paraíso fuera sencillo, sin tropiezos.
Algo muy parecido ocurría en los países donde
existe la jubilación: alguna institución del estado, similar en función a las
iglesias, se encargaba de llevar la cuenta de los aportes del trabajador, para
que al final de la carrera laboral, fuera fácil empezar a cobrar los beneficios
jubilatorios.
Sin embargo, las iglesias empezaron a perder
terreno frente a la medicina.
Efectivamente, este arte científico de curar
fue desplazando la tarea de los sacerdotes, porque los médicos empezaron a
ocupar los puestos más importantes en la vida de los ciudadanos.
Lo mismo ocurrió en la relación con los
gobernantes. Antiguamente el clero actuaba «codo con codo» junto a los gobernantes,
persuadiendo a los ciudadanos desde el púlpito y desde el confesionario, sobre
cuáles eran las mejores conductas para complacer a Dios, es decir, al
gobernante socio del sacerdote. Sin embargo ahora, son los médicos, que ofician
como «policía sanitaria», quienes imponen en los gobernados la disciplina, a
través de frecuentes controles corporales, dieta alimenticia, consumo abundante
de drogas farmacológicas, amputaciones llamativamente frecuentes de órganos que
parecen estar de más (tiroides, útero, apéndice, vesícula biliar).
Algo
sustantivo en este cambio es que antes cada individuo se sentía único ante su
Dios, mientras que ahora el ciudadano es uno más frente a los criterios de
salud masivos de la medicina (medicalización social).
Aquella
individualidad fue remplazada por la masificación económicamente más eficiente.
(Este es el
Artículo Nº 1.657)
●●●
9 comentarios:
Los criterios de salud masivos de la medicina, están comenzando a hacerse más flexibles e individualizados en un área muy particular: la psiquiatría. En psiquiatría no se habla de curar sino de rehabilitar, o sea de volver a habilitar,
La relación personal con Dios fue prohibida durante cientos de años. Durante mucho tiempo estuvo mediatizada por el clero. Recién se habilitó a partir de la Reforma Protestante.
Sí la relación estuvo mediatizada, como lo señala también Mieres, pero en última instancia era una relación personal, un vínculo de a dos en el que intervenía la presión social.
No queda otra que buscar la masificación económicamente más eficiente. La realidad se impone.
Los ciudadanos y los pacientes son iguales en derechos y deberes, pero a veces olvidamos que no son iguales entre si.
Como decía Alicia, en psiquiatría se entró en la cuenta de que no alcanza con la terapia medicamentosa. Cada paciente se favorece con dispositivos y modelos terapeúticos distintos, los que además difieren a lo largo del proceso que hace el paciente.
Cuando el clero actuaba codo con codo con los gobernantes, la dominación del gobernado era masiva. Puede decirse que la democracia permite mayor flexibilidad y libertades, aunque menos orden y mayor desconcierto.
Bah... no sé.
Los primeros terrenos que la medicina le compró a la iglesia estuvieron dedicados a la construcción de enorme hosteles, llamados hospitales.
Cuando gobernantes y sacerdotes se vuelven socios, se manejan el altas esferas. Altas esferas un poco peligrosas, porque de tanto en tanto intentan bajárselas de un hondazo.
Publicar un comentario