Todos conocemos la violencia que provoca la intolerancia ideológica, religiosa o deportiva. También conocemos la que provocan los celos.
En otro artículo (1) les comentaba que los
grupos necesitan practicar cierto grado de intolerancia para fortalecer su
cohesión.
El tema estaba referido a que para demostrar
fidelidad a los demás integrantes del grupo, es necesario tomar distancia de
los otros grupos porque, de no hacerlo, puede surgir la idea de «traición».
En otras
palabras: cuando dos grupos conservan su identidad a costa de declararse opositores entre sí, los
integrantes de uno y otro deben demostrar que rechazan a todos y cada uno de
los opositores porque, si alguno demostrara un poco de tolerancia hacia ellos,
podría ser considerado como traidor dentro de su propio grupo.
Estas son
las bases de la monogamia en los matrimonios, de la intolerancia entre
agrupaciones y de la violencia que se desata cuando surgen dudas sobre la
«fidelidad» y la «adhesión incondicional (al grupo o al cónyuge)».
Por lo
tanto, cuando nos preocupamos y hasta alarmamos de cómo se pelean las hinchadas
deportivas, o los deputados de partidos opositores, o bandas integradas por
niños en edad escolar, estamos asistiendo a fenómenos sociales poseídos por
sentimientos de intolerancia, de exclusión del oponente, de violencia que
procura aniquilar a quienes piensan diferente.
También
podría expresar esto mismo diciendo que cuando defendemos la monogamia y
criticamos algunas familias árabes en las que un hombre está casado con varias
mujeres, estamos defendiendo, sin saberlo, la intolerancia generadora de
violencia aniquilante.
En los
hechos, todos conocemos, personalmente o a través de las noticias o del cine,
cómo la persona que no soporta que su cónyuge ame a otras personas es capaz de
cometer actos irreversiblemente destructivos y también conocemos cuán
fácilmente comprendemos, justificamos y hasta nos identificamos con la persona
celosa.
(Este es el
Artículo Nº 1.672)
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11 comentarios:
Los celos hacen sufrir tanto al que es celado como al que cela. Creemos que este NO es un tema crucial. Incluso pensamos que es propio del amar el hecho de celar.
Desde mi punto de vista los celos no tienen demasiados vínculos con lo que llamamos un amor maduro. Por maduro me refiero al amor que busca la gratificación propia y la del otro. El amor que respeta tanto la libertad propia como la del cónyuge. No podemos poseer al otro como si fuera una cosa. Ese otro no es una reedición de la mamá que queríamos para nosotros solos. Ya no somos niños, estamos hablando de relaciones entre adultos. Pienso que el amor más puro es el que respeta al otro como es, con sus deseos y necesidades, del mismo modo que intentamos respetar nuestros propios deseos y necesidades. El amor no es una bolsa de energía que si se prodiga se agota. El amor multiplica las energías, las alegrías y los vínculos.
Agruparnos los que nos creemos iguales y separarnos de los que creemos distintos, lleva a conflictos de fidelidad y pertenencia. Qué difícil se nos hace! Cuando escuchamos al diferente interponemos entre sus palabras y nuestra escucha un velo que distorsiona el mensaje. Terminamos oyendo lo que queremos oír y encontrando motivos para pelear.
¿Es posible encontrar la identidad propia sin contrastarse con los otros?
De pronto sí, Euge. Capaz que sólo se trata de conectarse con uno mismo. (ya sé que eso no es poca cosa)
De sus palabras se desprende que el deseo de aniquilar al que percibimos diferente es algo que nos daña a todos. Esto parece bastante obvio, pero si uno se lo pone a pensar no lo es tanto.
Dado que para vivir necesitamos comer y que para comer necesitamos matar, no es tan fácil asimilar que en realidad está mal aniquilar al que es ¨de otra especie¨.
Los crímenes pasionales, es decir, los crímenes provocados por celos incontrolables, son terribles y repetitivos. Si hablamos de muertes, por lo general la víctima es la mujer. Luchamos contra la violencia doméstica haciendo marchas que parecen lanzar el siguiente mensaje: encierren a estos monstruos.
Mientras ignoremos las causas no creo que podamos solucionar los problemas.
Algunas personas se quejan de que no los celan y entienden esto como un síntoma de desamor. Lo digo porque a mí me pasó y recién ahora veo que estaba equivocada.
Creo que los celos son inevitables. No sólo en las relaciones de pareja sino en las relaciones laborales, de amistad, entre hermanos, etc. Por eso habrá que convivir con ellos de la manera más inteligente posible. Tenemos que empezar por conocernos a nosotros mismos para entender lo que proyectamos en los demás.
Muchas personas dicen que no les interesa la política porque los tipos hacen como que se pelean pero en realidad son amigazos y encima tienen la sartén por el mango. Es bueno visualizar eso para tratar de no terminar haciendo lo mismo en el ámbito de nuestra vida cotidiana.
Por lo que dice Tiago es que siempre te aconsejan que como amigo no te metas en los problemas de una pareja. Capaz que esta pareja se la pasa peleando pero los que tienen ¨la sartén por el mango¨ de su vínculo son ellos mismos. Se pelean pero por lo gral. terminan amigándose y el que queda como traidor es el amigo que trató de hacerlos entrar en razones.
La cohesión de un grupo depende de la personalidad que adquiere el mismo. Las confrontaciones con otros grupos son inevitables y SANAS. Sólo debemos procurar que sean civilizadas.
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