Algunos piensan que, como el corazón no contrae cáncer, el
amor es el único antídoto y que, quienes se enferman, algo habrán hecho.
El desconocimiento nos permite dar rienda
suelta a las creencias y estas nos permiten imaginar una realidad placentera.
Si algún día supiéramos algo, sobre ese tema no podríamos imaginar libremente,
tendríamos que ceñirnos a la aburrida realidad.
Es maravilloso observar cómo no nos ponemos de
acuerdo ni sobre lo que ya ocurrió. Se dice —con toda razón—, que «la historia la crean los
historiadores».
De este
hecho se desprende que los historiadores más serios y respetables describen los
acontecimientos con igual o menor verosimilitud que los escritores expertos en
crear novelas históricas, donde los hechos conocidos (supuestos, debí decir) se
entretejen con otras historias imaginadas y todo el hecho se convierte en una
tersa superficie, mucho más digna de ser creída que las rugosas constataciones
de los documentos y de los testigos.
El cáncer es una enfermedad terrible, de la
cual no sabemos casi nada. Este vacío científico nos sume en estados de
angustia, horror, hipocondría.
Pero hay un hecho casual que se convierte en
relevante gracias a que «sobre
el cáncer no sabemos casi nada».
Efectivamente,
el único órgano que no padece cáncer es el corazón.
A partir de
esta casualidad, nuestra fantasía nos permite suponer que, como ese órgano es
el símbolo del amor, entonces la enfermedad ocurre porque no hemos podido amar
lo suficiente.
¿Quién
tiene argumentos para negar esta hipótesis? NADIE.
A partir de
este dato, de esta evidencia, de esta verdad incuestionable, muchas personas
construyen filosofías en las que el amor, la comprensión, la tolerancia, los
cultos religiosos, el trabajo incansable, la solidaridad, son los únicos
antídotos capaces de salvarnos de esa enfermedad...y quienes contraen la
enfermedad, «algo habrán hecho».
(Este es el
Artículo Nº 1.647)
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11 comentarios:
El amor es un buen antídoto; aunque no sé si contra el cáncer también.
Ese corazón del dibujo que sugiere tener patas de cangrejo, me hace pensar que en el amor hay que ir más de costado que de frente.
Yo personalmente, Selva, la enorme mayoría de las veces voy de frente. Aunque es cierto que en ocasiones me tomo mi tiempo... pero otras veces arremeto a lo topadora.
No es justo que el corazón salga ileso, mientras los demás órganos están comprometidos. Pero a la larga el resto del cuerpo se la cobra al corazón y este deja de latir.
Creo que mi corazón tiene cáncer porque reproduce mis amores y mis odios, de manera desaforada.
Si el cáncer llega a curarse con una vacuna, será una realidad maravillosamente aburrida. Pero acá lo que más me interesa es el primer adjetivo. Para aburrirme cuento con un montón de cosas.
Me encanta estar escribiendo este comentario mientras siento el sonido de los truenos.
Nuestro cuerpo también ruge de bronca, se desequilibra y le manda señales equivocadas a la células.
Ahora la naturaleza ruge, pero yo estoy feliz esperando la lluvia.
Hablando de las rugosas constataciones de los documentos y de los testigos, me preocupan mis rugosas verrugas, me da fiaca ir al médico, no me gusta pensar en el cáncer.
El vacío científico siempre espera ser llenado, aunque sea con basura. A propósito, Macarena, ya empezó a llover. Ahora los vacíos estarán cubiertos de agua.
Todos deberíamos tener cáncer. Nadie puede amar lo suficiente.
Quienes contraen la enfermedad se benefician de nuestra compasión.
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