Los humanos discriminamos a los diferentes, para bien o para
mal, y no podemos dejar de hacerlo.
En muchas películas norteamericanas es posible
observar cómo los personajes afro descendientes incurren en riesgos de vida por
«defender» a los
personajes blancos.
Es probable que recién ahora, con la
presidencia de Barack Obama (Honolulu, 1961 - ), el arte cinematográfico
empiece a considerar que los negros no siguen siendo esclavos ni personas de
segunda categoría.
Sin embargo, la discriminación racial es un
fenómeno real, que casi todas las culturas tratan de erradicar, siempre con
resultados parecidos: cada vez se disimula mejor.
La discriminación más popular es la que surge
del rechazo recíproco entre blancos y negros, probablemente porque nuestra
visión depende de ese contraste para poder percibir. En varias ocasiones me he
referido al fenómeno de la Gestalt, que lo explica de forma convincente (1).
Uruguay es un país pequeño, con una población
total inferior a la que tienen las capitales hispanoparlantes.
Tenemos una colectividad afro descendiente,
cuya discriminación está fuertemente disimulada pero que los propios negros
denuncian cada vez que tienen la oportunidad.
Como somos pequeños (en territorio y en
población), nuestra psicología colectiva reacciona «humanamente», tratando de compensar algún
sentimiento de inferioridad.
Extrañamente,
Uruguay descuella jugando al fútbol desde los inicios del siglo XX. Suele
obtener mejores resultados que otros países, igualmente fanáticos de este
deporte, pero con poblaciones que justificarían una mayor cantidad de buenos jugadores.
Por lo
tanto, nuestra autoestima se mantiene alta apoyándonos principalmente en los
logros futbolísticos.
Observe el
brevísimo video adjunto (2).
En un gol
decisivo, cuando se enfrentaron Uruguay y Ghana, el uruguayo (Abreu), se
desplaza con una serenidad pasmosa y patea el balón suavemente al lugar que el
golero africano abandonó tirándose hacia su derecha.
Otra vez un
negro «defiende» a un blanco.
(Este es el
Artículo Nº 1.592)
●●●
12 comentarios:
Para que los blancos podamos percibirnos, necesitamos destacar a los negros. Sucede lo mismo al revés.
¿Los blancos defienden a los negros? Me animaría a decir que no. Sin embargo hoy los ciudadanos estadounidenses, han puesto en la Presidencia a un negro. Es un buen augurio.
Tanto se ha castigado a los negros (dentro y fuera del continente africano), que posiblemente estos hayan asumido el rol que se les ha asignado; un rol inferior al de los blancos. Como ha sido y debe seguir siendo, la liberación provendrá de ellos mismos.
Que la autoestima de los uruguayos se apoye en buena medida, en los éxitos futbolísticos, es bastante curioso.
Se habla de la ¨garra charrúa¨, es decir, esa valentía indomable que llevó finalmente a los charrúas a su extinción. Quizás los uruguayos, necesitamos basar nuestra autoestima en la rebelión y la crítica. Sin embargo parece que estamos en un período de la historia nacional poco crítico y poco revoltoso. De pronto canalizamos esas características a través del fútbol.
Lo diferente se discrimina, se diferencia por si solo. Pero yo creo que podemos dejar de discriminar, cuando esto implica inferiorizar al otro. Para lograr eso precisamos conocernos a nosotros mismos e intentar conocer a los otros diferentes a nosotros.
La cultura puede ayudarnos en esto de no discriminar peyorativamente, o por el contrario, acentuar la discriminación. Esto último sucedería si defendemos nuestras diferencias culturales, a causa de un sentimiento de inferioridad inconsciente.
Pienso que no es sólo el sentimiento de inferioridad. Es también el miedo a lo diferente, a lo desconocido.
Si yo soy un negro y mi patrón es blanco, podría suceder que ubique a mi patrón en el lugar de padre. Por ese motivo lo defendería.
Y ese lugar de padre, del que habla Sebastián, puede ser el de un padre protector o el de un padre abusivo.
Disimular el racismo es la condición perfecta para que este siga existiendo. Mientras no seamos conscientes de él, le seguiremos dando vida.
Muchas veces consideramos bello lo que se nos parece. Por eso la particular belleza de la raza negra nos pasa inadvertida.
Como negro, lo que puedo decirles es que ser minoría en un país de blancos, implica dificultades similares a las que experimenta cualquier minoría: los indígenas, los homosexuales, los discapacitados, los millonarios.
Publicar un comentario