lunes, 11 de junio de 2012

La naturaleza y la criminalidad



La naturaleza protege algunas acciones criminales en tanto estas son agentes de cambio favorables para el «fenómeno vida».

Nuestro cuerpo es un gran laboratorio bioquímico, que no conoce la inactividad excepto cuando muere.

Un continuo ir y venir de sustancias, provoca cambios, alteraciones y reacciones celulares que, en poco tiempo son frenadas por otras sustancias. Esa dinámica es similar a la de un vehículo que circula en las calles de una ciudad muy transitada, en la que el conductor tiene que arrancar, acelerar y frenar, para luego comenzar de nuevo.

Las sustancias que alteran las células se denominan genéricamente agonistas y las que detienen esos procesos se denominan antagonistas.

Este hacer y deshacer, arrancar y parar, moverse y detenerse, son la vida misma.

Como, desde mi punto de vista, todo nuestro acontecer es orgánico, entonces esas sustancias agonistas y antagonistas también operan en la psiquis.

En tanto somos naturaleza, es decir, no solo estamos en ella sino que formamos parte de ella, nuestra vida no solo depende de las sustancias internas que funcionan como agonistas y antagonistas, sino que también reaccionamos con fenómenos externos a nuestro cuerpo que ofician en nosotros similares reflejos de activación del movimiento y detención del movimiento.

Para redondear el tema «lenguaje», mencionaré que la palabra «protagonista» alude al agonista que funciona primero, al desencadenante, el que provoca la primera reacción de cambio en una célula, en un cuerpo o en un grupo de personas. El individuo protagonista es el agitador, revolucionario, activista.

Existe un fenómeno de fascinación provocado por los delincuentes, que nos frena, enlentece, desestimula, cuando queremos neutralizar las consecuencias de sus actos criminales (homicidio, rapto, rapiña).

Caemos en esa ineficacia porque la naturaleza, ante el fenómeno vida (1), protege a los agentes de cambio sin considerar los daños que sufran algunos seres vivos.


(Este es el Artículo Nº 1.598)

8 comentarios:

Carolina dijo...

Esto sí que es complejo y profundo, Doc!

Enrique dijo...

Desde un punto de vista humano, las acciones criminales del resto de los animales son por ej. comerse a otro animal para sobrevivir. Nosotros hacemos exactamente lo mismo, salvo los vegetarianos, que también roban vida para vivir, pero supuestamente vida ¨de segunda categoría¨. Lo que vive es seguro que va a morir.

Facundo Negri dijo...

Mis sustancias antagonistas deben ser graves y persistentes.

Leticia dijo...

Facundo Negri seguro que es Emo.

Luis dijo...

Lo grave está en pensar que los únicos fenómenos que nos hacen reaccionar son los externos.

Evaristo dijo...

Seguramente el individuo protagonista se cree único, y puede serlo dentro de su pequeño grupo. Con frecuencia no sabe que muchos otros están haciendo lo mismo, repartidos en distintos lugares del mundo.

Javier dijo...

O sea que frente a los delincuentes funcionamos igual que las sustancias antagonistas en las células. Esto deberíamos tenerlo muy en cuenta, a la hora de intentar resolver el problema de la delincuencia.

Ingrid dijo...

El último párrafo de su artículo me deja pensando...
No podemos dejar de ser parte de la naturaleza, así que estamos frente a un tremendo lío. Qué difícil enfrentarse a la naturaleza! Siempre lo hemos hecho, a veces con aciertos y muchas otras con fracazos. En esta cuestión de la delincuencia falta pensar y pensar. Probar, seguir probando. Ojalá que en un futuro muy lejano podamos... tomar medidas más inteligentes. Por ahora seguimos haciendo cosas que son importantes y a veces dan resultado. Hay que seguir.
Si no nos resignamos a la pobreza, tampoco podemos resignarnos a los estragos que provoca la delincuencia.