Hace meses que una junta médica integrada por psiquíatras decidió darme una licencia tan prolongada como sea necesario para que pueda recuperar mi contacto con la realidad en tanto hace meses que no puedo salir de mis fantasías.
Todo comenzó cuando elegí un relato que
redacté hace más de cinco años, lo publiqué en el blog que destino a esos textos
(1) y me olvidé del asunto.
Me olvidé por unos pocos días porque, como
suele ocurrir, fui visitado en sueños por los personajes que en este caso son
tres.
Lo que no suele ocurrir es que los personajes
se me presenten en actitud corporativa, formando una especie de mini-sindicato,
con algunas peticiones desusadamente pragmáticas aunque en realidad yo
preferiría denominar «atrevidas
e insolentes».
El relato
conflictivo refiere a una señora que, para aproximarse sexualmente a su
analista, (también mujer), no tuvo mejor idea que contarle por teléfono un
intento de violación que ella imaginó recibir de su hijo varón.
La protesta
de los personajes gira en torno a que yo me dejé llevar por la prohibición del
incesto que padecemos quienes no somos de ficción como ellos (los personajes).
El joven
violador está muy ofuscado porque lo bauticé Zacarías y, según él, cuando
forcejeó con la madre para quitarle la ropa interior, yo no permití que él
pudiera desnudarla, pero irresponsablemente pretendí que fuera el propio joven
quien estuviera destinado a ese fracaso porque el nombre «Zacarías» ya está
anunciando que el chico «sacaría» esa ropa interior si no fuera tan inhibido.
Por su
parte Zulma, la madre que imaginó la violación, protesta porque ella desea
realmente a su único hijo. Ellos me señalan acusadoramente diciéndome que el
complejo de Edipo mal resuelto lo tengo yo, no ellos.
Para
terminar, Zulema, la psicoanalista, los apoya con vehemencia diciéndome que no
tengo agallas para soñar ni siquiera cuando duerno, que ella también está
frustrada porque los privé cobardemente de disfrutar un encuentro sexual entre
los tres, que tan divertidos son para quienes tienen el coraje de ser libres y
abandonar la posición de esclavos de los prejuicios y de la moral mojigata.
Seguramente
mi censura onírica no pudo con todas estas peripecias y dejó de proteger mi
descanso. Me desperté malhumorado y pensando que esta licencia por enfermedad
va para largo.
(Este es el
Artículo Nº 1.609)
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14 comentarios:
¡¡ Brillante, brillante !!
¡¡¡Pobre Zulma!!!, porque, ¡¡qué coraje hay que tener para confesar/se que en realidad, una desea a su hijo !!Yo no sé si deseo tener sexo con mis hijos, pero me encanta que me llamen, que me consulten, que me tengan en cuenta. Es decir, tengo dos hijos varones casados y entre ellos dos y yo, existe un vínculo privado, de tres. Hasta nos celamos entre nosotros.
Supongo que un encuentro sexual entre 3 que se quieren, puede ser la forma más aproximada a la realidad, de satisfacer las fantasías edípicas.
Siempre quise tener un varón y una nena, y por suerte los tuve. ¿Por qué un varón y una nena? ¿Por qué tantos padres quieren el casalcito?
Puede que pensándolo edípicamente, así es más fácil armarse el triángulo mamá, papá e hijo. ¿Quién jugará cada rol? En esa concretización imaginaria del Edipo, ¿la mamá seguirá siendo la mamá? ¿el nene será el papá? ¿el papá será el nene? Y cuántas más convinaciones posibles y dinámicas!
Discrepo con Alicia. La forma más eficaz de armar el triángulo edípico es teniendo un único hijo/a. Y si es una hija, más fácil, porque el primer objeto de amor, para varones y mujeres, es la madre.
Yo me tomo el atrevimiento de pensar, a partir de lo que plantean uds., que el Edipo no se termina de acomodar (dentro de lo que se pueda) en la adolescencia. Se termina de acomodar cuando somos padres.
En la época de Freud, los adolescentes no existían. Cuando tenían la edad que hoy tienen nuestros adolescentes, ellos se casaban. Por lo tanto el viejo tenía razón.
Creo que a mí me gustaría experimentar un encuentro sexual como el que trae Lola. Pero subrayo la palabra QUIEREN. A los padres se los ama. Si entre los tres no se quieren, no funciona.
Permitirse soñar no es nada fácil. Sobre todo después de haber vivido.
Mi Edipo no cabe duda que está mal resuelto. No puedo terminar de perdonar ni a mamá, ni a papá.
Con mis dos hermanos varones he llegado casi, a tener sexo. Pero heavy, casi, casi. Sé que esto es más común de lo que se cree, lo que pasa es que nadie (yo incluída), lo anda diciendo. No sé que habría pasado con mi hermana mayor, si ella hubiese convivido conmigo.
Sí, yo también, con mi hermana mayor.
No sé mucho de sicoanálisis, pero por lo que veo los hermanos también están implicados.
El incesto no lo voy a concretar.
Pero que antes de morirme voy a armar un trío, que lo voy a hacer.
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