La publicidad nos informa de los bienes y servicios que
podrían beneficiarnos y sería patológico creer todo lo que nos dice.
No habré de equivocarme por mucho si afirmo
que una patología es «la
exageración de la normalidad».
Según
parece estamos «poblados» por millones de microorganismos que nos enfermarían
si su población aumentara, cosa que ocurre cuando nos resfriamos, por ejemplo:
el virus del resfrío aumenta en cantidad dentro de nuestro organismo y esa
«superpoblación» desencadena una cantidad de fenómenos desagradables.
Cuando en
otro blog analizo la pobreza patológica (1), es porque se trata de aquella pobreza que
molesta demasiado, a quien la posee o a los demás. No es pobreza patológica cuando es buscada por quien la posee.
Una canción
muy popular del cantante Alberto Cortez, dice en su estribillo: «Ni poco ni
demasiado, todo es cuestión de medida» (2).
En esta
idea, también es posible prestar atención a nuestra conducta, a nuestra
filosofía de vida, a nuestras estrategias de sobrevivencia.
La
abundante oferta de bienes y servicios recurre a la publicidad para darnos los
consejos que más les sirven a quienes pagan dicha publicidad.
Por
ejemplo, el fabricante de jabones dentales, porque sabe que el odontólogo es un
agente de ventas muy importante, nos muestra a uno de ellos paseándose delante
de la filmadora con su túnica blanca, diciéndonos que, con todo lo que él sabe,
ha llegado a la conclusión de que nuestros dientes tienen que ser cuidados
preventivamente por Colgate.
Algo
similar ocurre con la gran cantidad de productos farmacéuticos (en los que el
agente de ventas muy importante es el médico): el consejero televisivo nos dice
que nuestro cuerpo tiene que ser cuidado preventivamente con tal vitamina,
energizante o antioxidante.
Sería
patológico que creyéramos exageradamente en esos «consejos con fines de lucro».
(Este es el
Artículo Nº 1.561)
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13 comentarios:
Pienso que la enorme mayoría de los adultos no cree en lo que dice la publicidad. Sin embargo, aunque no creamos, el mensaje subliminal nos queda, sin que tengamos posiblidad de razonarlo. Además la publicidad actúa a nivel inconsciente y nos provoca conductas reflejas. Es lo que sucede cuando se impone una marca.
La túnica blanca es mágica. Quien la porta nos inspira prestigio y confianza. Claro que en estas últimas semanas, no está pasando eso en Uruguay, pero es un tema coyuntural.
Por la autoridad del uniforme blanco (pulcro, libre de toda mancha, moral y puro) es que se usa en muchas propagandas. Ellos, los de túnica son buenos y son los que saben.
Antes pasaba algo similar, en nuestro país, con las maestras. Hasta hace unas décadas, las madres les daban una manzana a sus hijos, para que se la llevaran a la maestra, ahora se la dan para que se la tiren por la cabeza.
Creer todo lo que dice cualquiera, sea quien sea, también es medio patológico.
A mí me gustaría que la publicidad fuera meramente informativa.
Para ver cosas ingeniosas, creativas, imágenes bellas, tenemos a las películas.
No te olvides, Sandra, que las películas muchas veces son altamente propagandísticas, tanto de bienes y servicios como de ideologías.
La publicidad nos hace creer que necesitamos demasiado; y eso porque no deseamos mucho.
Debo reconocer que en muchos aspectos de mi vida no tengo medida. Intento tenerla pero no la tengo. No me mido. Soy desmedida.
Creo que eso es gordis, porque tenés muchos deseos insatisfechos.
Puede ser Marcos. Recogo el guante. Lo voy a trabajar en mi terapia.
Yo creo únicamente en la hierba.
PORFA! BRITNEY ES MI IDOLA, XQ TUVIERON QUE PONERLA CON ESA CARA DE ESTUPICA?
Me cambió la cabeza leer el libro "13,99 euros"
Julia, en ese libro se explica que la pasta de dientes es absolutamente innecesaria !!!
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