Se dice que un país tiene una política
proteccionista cuando dificulta el ingreso de productos extranjeros que puedan
competir con la industria o producción nacionales.
Esta política «protege» a los pobladores de la superioridad tecnológica que puedan tener otros países.
Si con sus medios precarios los pobladores
pueden fabricar zapatos de una cierta calidad, las políticas «proteccionistas» dificultan o
prohíben el ingreso de zapatos de otros países aunque sean más baratos, de
mejor calidad y más lindos que los nacionales.
Lo que
aparentemente solo tiene ventajas, porque parecería ser que la acción de
«proteger» carece de contraindicaciones (defectos, inconvenientes,
consecuencias indeseables), en el mediano y largo plazo resulta ser muy
negativo.
Por ahora,
todo haría indicar que cuando los seres humanos no estamos en régimen de libre
competencia, nuestro talento se desarrolla tarde, mal o nunca.
Cuando se
aplican estas políticas proteccionistas, si bien se logra que la industria
nacional tenga su máxima capacidad de ocupación para los lugareños (pobladores,
ciudadanos), no tardarán en darse cuenta que están en una situación perjudicial
pues los bienes comprados fuera del país son más convenientes y, además, la
industria nacional nunca podrá mejorar al punto de ofrecer mejores productos a
los ciudadanos y, mucho menos exportarlos para ampliar la cantidad de
compradores al incluir las compras que hagan otros países.
Como digo
en otro artículo (1), algo muy similar ocurriría (y ocurre) con el desarrollo
personal de quienes forman nuevas familias entre parientes consanguíneos
(hermanos, padres, tíos).
El
matrimonio entre parientes (endogamia) impide que los jóvenes desarrollen la
capacidad de crear y conservar nuevos vínculos. Una familia con estas
características se aísla del resto de la humanidad y de la especie.
Irremediablemente se empobrece cultural y biológicamente.
(Este es el
Artículo Nº 1.568)
●●●
8 comentarios:
La endogamia comercial no necesariamente elimina la competencia. El monopolio comercial sí.
Dentro de un país económicamente endogámico, la competencia se desarrolla a la interna. Los que fabrican zapatos compiten entre si para lograr más clientes.
El monopolio comercial impuesto en muchas ocasiones por las grandes potencias, no sólo impide la adquisición de bienes y servicios de mayor calidad, sino que permite el abuso en los precios y liquida la producción nacional.
Creo que no son comparables la endogamia comercial con la biológica y la cultural.
Yo pienso distinto que todos los que han opinado. La endogamia enriquece; cualquier tipo de endogamia. La biológica permite el desarrollo y enriquecimiento de los vínculos consanguíneos. La cultural permite el perfeccionamiento y avance de las tradiciones propias de la nación, la endogamia comercial permite el desarrollo de la industria local, fomentando la creatividad y el ingenio.
La protección no enriquece si es excesiva. Un hijo sobreprotegido no madura. Un hijo desprotegido, desarrolla, probablemente, patologías leves o graves, según sea su capacidad de resiliencia.
Un país maduro, que ha desarrollado ciertos sectores de la producción de materias primas, de la industria y de los servicios, está en condiciones de hacer intercambios comerciales favorables.
Lo que sucede Evaristo, es que los países que pertenecen al mundo subdesarrollado, dependen excesivamente del intercambio comercial y de las inversiones extranjeras. Esta dependencia excesiva los perjudica.
Pongamos el siguiente ejemplo: es lógico que se protega al más débil (niño, enfermo o anciano) del más fuerte, porque este último puede tender a abusar de los primeros. Esto mismo sucede entre los países.
Publicar un comentario