El libro es un producto para personas dependientes y el mismo texto en la web es un producto para personas independientes.
— «No
quiero que me des, solo dime dónde hay»;
— «No me
des el pescado, solo enséñame a pescar».
Estos dos enunciados nos hablan de alguien que
no quiere ser dependiente de los demás, aunque sí acepta que le den información
o que le enseñen para luego valerse por sí mismo. Quienes así hablan parecen
estar deseosos de evolucionar, desarrollarse, acceder a la autonomía de una
persona adulta.
Para agregarle énfasis, señalo también la
actitud opuesta:
— «¡Dame una ayuda por favor!»:
— «Si
tienes tanto pescado, ¿por qué no me regalas una pequeña parte, que para ti
sería poco y para mí sería mucho?»
En términos
de alimentación, de calmar el hambre, uno pediría que le indiquen dónde hay
alimentos para poder hacerse la comida mientras que el segundo intentaría que
le sirvan la comida ya preparada.
Para
terminar, uno se presenta como un adulto autosustentable y el otro como un niño
dependiente. El primero está dispuesto a trabajar y el segundo está esperando
que otros trabajen por él.
Con esta
introducción, retomaré brevemente los temas tratados en otros artículos (1)
dedicados a debatir sobre si los libros son peores, iguales o mejores que los
mismos textos instalados en la web (Internet).
Les
adelanto la conclusión:
El libro es
un producto terminado, que el lector sólo tiene que leer mientras que el mismo
texto en la web es un insumo, un ingrediente, un producto primario, con el que
el lector tendrá que preparar su propio texto.
El libro es
«el pescado» y el texto en la web es el comienzo de una tarea que puede ser
interminable.
Efectivamente,
gracias al hipertexto (2), el lector de Internet «construye» su propio texto.
●●●
9 comentarios:
No entiendo. Así como uno busca en internet, también busca libros. Ni los libros tenemos por qué leernos enteros, ni el material de internet tampoco. Podemos meternos en una biblioteca y hacer algo muy similar a lo que hacemos cuando entramos a internet.
Creo que Mieres nos dice que en los textos de la web podemos intervenir, hacer cosas, quitar y agregar, mientras que en los libros impresos sólo podemos hacer anotaciones en el margen.
Yo pienso que los libros son para niños por su calidad de objetos concretos y manuables. El niño precisa la cosa hecha, concreta, que pueda tocar, oler, mordisquear.
Los adultos también precisamos cosas así, de las que podamos apoderarnos.
Capaz que la cosa va por el lado que plantea Rubén. Apoderarse de algo es tomar una cosa que es de otro. Aprehender es hacer mío algo que he asimilado con mi propio cuerpo, a mi manera.
Los textos en la web nos permiten opinar; así como lo hacemos en este blog. Podemos establecer un diálogo directo con el escritor. Un diálogo que puede ser interminable, porque implica cuestionamientos, críticas, coincidencias, un esfuerzo por pensar, cambios de opinión.
Tenemos los nodos y el hipermedio. Esto es lo que hace a la diferencia. Los enlaces confluyen y no están jerarquizados. La jerarquización la establecemos nosotros.
Todo un tema!!! Esto se vincula mucho a la cuestión de la pobreza patológica. Si pedimos al que le sobra, si aceptamos limosna, estamos bajando los brazos. Implícitamente estamos diciendo ¨yo no puedo; por favor, háganlo por mí¨. Como un niño, que necesita que le den de comer la comida que los adultos le han preparado.
Sí, Elena. Pero a veces de verdad no podemos.
Publicar un comentario