El mundo no es un caos, ni es amenazante, ni vamos de mal en peor: es nuestra mente superpoblada de agresión la que lo imagina.
La siguiente afirmación condensa una idea aceptable: «El pecado está en la mente del pecador».
En otras palabras:
— si soy egoísta, imaginaré que todos los son y pasaré mi vida disfrazado de filántropo;
— si soy corrupto, veré corruptos por todos lados porque no quiero reconocer que mi ética es bastante imprecisa;
— si soy un perverso, supondré que todos realizan prácticas vergonzantes.
Este fenómeno tiene vinculación con otra frase breve y explicativa que dice: «Cuando Pedro habla de Juan, dice más de Pedro que de Juan».
¿Cuánta energía gastamos en tomar precauciones contra los perjuicios que nos causarán los delincuentes, los proveedores, los conductores irresponsables, nuestro cónyuge, las nueras y los yernos, los consuegros?
Si opinamos que el mundo es caótico, perverso, peligroso, lo que en realidad tenemos es nuestra cabeza cargada de malas intenciones hacia los demás, es decir, cargada de «pecados» que atribuimos a nuestros temibles semejantes.
Estos semejantes son amenazantes aunque en realidad son algo similar a un espejo. Ellos (los «peligrosos»), sin querer, sin hacer nada, reflejan nuestras maldades.
Una frase corta y también muy explicativa dice: «No se puede sacar de donde no hay».
Con ella podemos razonar diciendo: si a partir de indicios insuficientes, llego a la conclusión de que el esposo de mi hija está esperando que me muera para heredar, lo real e indiscutible es que yo deseo la muerte de algún familiar acaudalado.
Cuando la mayoría de nuestras opiniones sobre la realidad son particularmente negativas, en las que predominan personajes malignos, peligrosos, inmorales, podemos asegurar que nuestra mente está sobrecargada de agresividad, frustración, miedo, resentimiento, inseguridad, pesimismo.
En suma: la percepción subjetiva describe los contenidos psíquicos.
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9 comentarios:
Equivocado
Me puse el disfraz de bueno y ya no puedo sacármelo. Ahora me convertí en bueno! Después de todo, me merecía un final feliz.
Creo que es una exageración decir que la agresividad que percibimos afuera, es una proyección de nuestra propia agresividad. En buena medida sí, pero se entiende que no totalmente.
De pronto demasiada violencia reprimida, termina escapando por algún pequeño orificio y nos perfuma todo el aire que respiramos.
Que te hayan jodido por inocente, también te deja medio aprensiva.
Vemos lo que pensamos, lo que somos, lo que creemos, lo que nos resulta familiar, nos interesa, nos llama la atención, nos molesta, nos asusta. Vemos todo lo que por algún motivo nos importa.
No sabía que tanta gente usaba lentes, hasta que empecé a usar lentes.
Cuando se critica a alguien sin motivos suficientes, tenemos que suponer la peor de las motivaciones para esa crítica.
Debido a la inseguridad de mi madre, todo resultaba peligroso. Tenía que estar cuidándome de todo, tal como ella insistentemente me recomendaba. Mi conclusión fue que todos eran peligrosos. Y estuve mucho tiempo sin poder alejarme de su lado.
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