Sería ideal una educación sin coacción, pero en los hechos es imposible.
Los niños normales viven en su mundo pero pueden salir de él. Cuando no pueden salir de él padecen autismo.
Cuando están en su mundo, acomodan las interpretaciones de la realidad a los conocimientos que poseen, a la capacidad mental propia de su edad y al placer.
Ellos no ven las cosas exactamente como son sino como les gustaría que fueran:
— Los padres son omnipotentes, maravillosos y lo saben todo;
— Vieron cómo se aplican los inyectables y sabrían hacerlo si les prestaran una jeringa;
— El perro está de acuerdo con él sólo que no es de hacer comentarios.
Los adultos los vemos, creemos entenderlos recordando nuestra propia niñez y tratamos de que sus fantasías, ilusiones y creencias, sentidas y vividas como la pura realidad, no se conviertan en peligrosas para ellos y caigan por una escalera, se corten con un cuchillo o queden electrocutados al meter los dedos en un tomacorriente.
Con los adultos ocurre algo similar sólo que no podemos vernos como nosotros vemos a los niños. La introspección, la reflexión o la autocrítica son intentos de poco alcance para saber cómo somos.
Quienes nos dedicamos toda la vida a entendernos, tampoco lo logramos, aunque quizá poseamos algunas ideas más de las que poseen otros que dedican su energía a otros asuntos.
Una ilusión similar a la de los niños nos ocurre con el libre albedrío. Así como ellos creen ser médicos, bomberos o capaces de volar, nosotros nos sentimos capaces de saber, educar, gobernar, dirigir, decidir.
Sin embargo, estamos determinados por la naturaleza (genética, clima, sociedad, anatomía).
Este determinismo hace que educar (modificar la conducta de otra persona) sea imposible sin cierto grado de coacción y que aprender sea inevitable cuando la curiosidad nos coacciona.
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10 comentarios:
Educar implica imponer, mientras que aprender es fruto de la experiencia.
Aprendemos porque no queremos toparnos dos veces con la misma piedra. Y ni aún así.
No entiendo por qué me reprochan las decisiones que he tomado. No podría haber tomado otras. Dado que era imposible que yo en mi situación y dadas mis características hiciese otra cosa, por qué insisten en que debería haberlo hecho distinto?!
No veo ninguna diferencia entre los niños y la mayoría de los adultos. Acomodar la realidad a lo que nos gustaría que fuera, nos pasa todo el tiempo.
Si el niño no hace caso, las sugerencias se transforman en amenazas y las amenazas en castigos. Esperemos que las más de las veces sea por su bien.
La curiosidad que nos impulsa a aprender, se puede ir perdiendo si abusamos de las explicaciones infundadas que nos damos a nosotros mismos. Cuando tenemos fundamentos para creer que comprendemos una situación sin necesidad de investigarla, cuestinarla, está bien. Pero cuando empezamos a suponer que las cosas son como a nosotros nos parece, o nos gustaría, anulamos la curiosidad y caemos en el autoengaño. De pronto el niño lo hace porque ignora demasiadas cosas, necesita darle un orden al mundo que empieza a conocer, no distingue la diferencia entre fantasía y realidad. Los adultos solemos ponernos muy ansiosos por explicarnos todo y terminamos teniendo una teoría de cosecha dudosa y excesivamente personal, para cada situación que se nos plantea.
Los deseos de los niños son muy fuertes. Puede que la mayoría de las veces sean más fuertes que los nuestros porque ellos están menos resignados a que los deseos, no siempre se pueden cumplir. Por eso muchas veces tenemos que aplicar la autoridad para que el niño actúe de acuerdo a su conveniencia y no sólo de acuerdo a su deseo.
Aprender es inevitable... y se puede aprender cualquier cosa.
La educación sexual consiste en brindar información y transmitir valores.
Aprender sobre nuestra sexualidad es otra cosa. Es un clima que se siente en el hogar desde que somos pequeños y que vamos incorporando sin darnos cuenta. Luego es experimentar, sentir, observar y observarnos. En algo es como aprender a manejar, sólo que no manejamos una cosa nuestra, sino que nos manejamos a nosotros mismos.
Estamos determinados por una multiplicidad de factores y la coacción sólo puede actuar hasta cierto punto. A menudo lo olvidamos.
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