Reconocer que la naturaleza no es humana nos permite asumir que nuestra enfermedad y muerte son en realidad buenas noticias.
Las poesías y las fábulas son los únicos ámbitos donde podemos decir que los animales hablan, que los pájaros son arquitectos o que el sol está enamorado de la luna, sin que un psiquíatra sienta la inconfundible fragancia de la psicosis.
En otros artículos (1) he comentado que no podemos evitar la humanización de todo lo que observamos. Dicho de otro modo, no solamente en las poesías y en las fábulas atribuimos rasgos de nuestra especie a objetos y seres que no lo son.
Este defecto raramente está compensado racionalmente.
Cuando un deportista de «tiro al blanco» realiza su práctica, tiene en cuenta la distancia del objeto, la temperatura, la cantidad de luz, el viento, la humedad, el peso del proyectil que lanzará, la parábola (curva hacia abajo) que tendrá la trayectoria. El acierto (puntería) dependerá de cuán precisas sean estas correcciones a lo que su ojo ve.
Nuestra cabeza también necesita hacer correcciones a lo que piensa, razona, interpreta. Por ejemplo, debe compensar esa natural tendencia a suponer que el cosmos, es, piensa y actúa como un ser humano.
Si podemos realizar buenas correcciones a estos defectos de razonamiento, aumentará la «puntería» (acierto) de nuestra percepciones, pensamientos, conclusiones.
Esta tarea de «deshumanizar lo no humano» está severamente dificultada porque nuestra forma de hablar (idioma, lenguaje) está diseñada según ese modelo mental.
Con todas estas consideraciones, les comento que «la naturaleza se alegra de nuestra muerte», porque de esa forma se renuevan los ejemplares de una de sus tantas especies (la humana).
Se «alegra» tanto como nos alegramos los humanos cuando convertimos en chatarra las viejas máquinas para instalar otras nuevas, más modernas, eficientes, actualizadas según los nuevos requerimientos.
(1) La naturaleza es una monarquía absolutista
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13 comentarios:
Ahí está el problema, en que la naturaleza no es humana. Nos conviene vivir en armonía con lo natural, aunque lo natural tenga modos de obrar, respecto de la vida y la muerte, que nos producen horror. Mientras escribo se me viene la imágen de un documental, donde los leones marinos esperan en la orilla, a los albátros que aprenden a volar, para engullírselos en el primer fallo.
Las noticias tienen que ser buenas o malas para mí! después veremos qué tal le van a los otros.
Para lo mal que están organizadas las cosas, es verdad que la muerte viene bien. Pero la enfermedad es siempre un estorbo.
Tendríamos que dejar de chatarrizar la naturaleza. Parece que todavía no comprendemos que para ella, disolvernos e incorporarnos a la tierra, es el mayor de los logros.
Ud propone que nos descentremos de nuestro lugar humano para apreciar la vida. Para lograr una mayor aceptación de lo que nos pasa.
Hasta principios del siglo XX, la renovación de los objetos no era tan acelerada. Esta renovación es cada vez más rápida. Por eso no me llamaría la atención que ahora estemos tratando a las personas igual que venimos tratando a nuestros objetos.
Desde el punto de vista humano, la naturaleza no es humana.
Cuando un deportista de tiro al blanco no tiene en cuenta nada, si acierta es gracias a la furiosa repetición de sus tiros.
No me consuela en lo más mínimo, pensar mi muerte desde un punto de vista holístico, qué quiere que le diga.
Antes de lanzar el proyectil él escuchó "pará bola!", pero ya era demasiado tarde.
Bah... qué importa... qué puede importarle esta tragedia a la máquina de la naturaleza.
Tener plena conciencia de la alegría que supone para la naturaleza, el advenimiento de mi muerte, le hace bien a mi domingo...
Las grandes genocidas, alineados con la Naturaleza, sólo deseaban sangre nueva.
Estoy completamente de acuerdo con el anónimo,la renovación debería ser un acto Natural, no forzado por cosas externas que aquejan a los humanos de ahora ,como la contaminación o la mala nutrición ,las guerras y todo aquello que ahora afecta a los humanos de nuestros tiempos
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