domingo, 4 de septiembre de 2011

Un niño que no sabe dudar

Tomasito fue un niño feliz, juguetón, cariñoso, siempre dispuesto a sentarse en la falda de las tías más besuconas.

Pertenecía a una familia pequeña porque los padres sólo tuvieron tres hijos. En esa época y lugar lo habitual eran familias con más de cinco.

No tuvo noción de qué son los regalos y los cumpleaños porque a los padres no les interesaba nada de eso.

Empezó a fumar con nueve años y más o menos a esa edad ya tomaba alguna bebida alcohólica de elevada graduación.

Pero nunca abusó de nada y era obediente. Si lo mandaban a traer el ganado, iba con su caballo y el perro inseparable. Si le pedían que faenara una gallina, un cordero o un cerdo, lo hacía.

No le gustaba la escuela pero aprendió mucho con un vecino joven, quien por haber quedado inválido en un accidente, se dedicó a leer libros sobre viajes y sobre las dos guerras mundiales.

En cierta ocasión pasaron por la casa del vecino unos jóvenes muy divertidos y ruidosos pero que enseguida se pusieron serios y hablaron durante horas con su amigo inválido sobre política, revolución, golpe de estado, derrocamiento, dinamita, balas, armas, contrabando.

Tomasito con trece años quedó pensativo. Algo le decía que él había nacido para unirse a esos muchachos tan alegres, optimistas, de buenos sentimientos, generosos, convencidos, que siempre tenían una respuesta irrefutable para cada pregunta.

Se lo comentó al inválido después de pedirles permiso a los padres y éste le avisó cuando los muchachos volvieron a pasar por su casa.

Aunque en principio recelaron de él por verlo tan niño aún, finalmente accedieron a incorporarlo a la causa y así comenzó la etapa de guerrillero.

Por demostrar un talento inesperado, en poco tiempo escaló varios grados jerárquicos en la organización.

Todos admiraban la claridad de sus ideas, la ausencia absoluta de dudas y la habilidad con el puñal.

Cuando lo incluyeron en la primer misión, esta fue un éxito fulminante gracias a la ferocidad desatada por Tomasito que provocó una carnicería entre los leales al régimen.

Hace poco un periodista extranjero le preguntó sobre el salvajismo brutal demostrado con los adversarios y Tomasido dijo que la tibieza de los cuerpos lo pone fuera de sí.

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12 comentarios:

Rafael dijo...

Muy bueno el cuento, Doc!
Qué extraños y complicados somos los humanos.

Selva dijo...

Quién diría que podría existir una relación entre las tías besuconas y la ferocidad de su puñal.

Filisbino dijo...

Pocas cosas más peligrosas que la ausencia de dudas.

Marta dijo...

Como médico forense, Tomasito hubiese sido un hombre de paz.

Arminda dijo...

No recibir regalos ni que te festejen los cumpleaños, debe producir efectos más importantes de lo que uno se imagina.

Alicia dijo...

Una cosa es madurar y otra comportarse como adulto. Creo que Tomasito empezó a comportarse como adulto antes de tiempo; antes de que su psiquismo madurara lo suficiente.

Claudio dijo...

Siento que es una enorme tentación, unirse a un grupo de jóvenes que quieren tomar el poder, cambiar el curso de la historia, vivir emociones fuertes (derivadas de poner en juego la vida). En un entorno que propone esa posibilidad de embriagarse de grandiosidad y de gloria, debe ser difícil resistirse.

Alejandro dijo...

De acuerdo con Claudio, más aún si uno piensa en lo flemáticas, aburridas y desvitalizadas que son las eternas sesiones del sistema parlamentario.

Evaristo dijo...

Otra característica de Tomasito que contribuyó a que tuviera éxito en el camino elegido, fue su tendendia a obedecer y la familiaridad con los cuchillos en las faenas de campo.

Eduardo dijo...

Al no concurrir a la escuela, este muchachito omitió parte de su proceso de domesticación. Quizás eso también haya sido importante a la hora de decidir su comportamiento futuro.

Aníbal dijo...

La influencia de las primeras lecturas puede ser muy importante. A través del muchacho inválido, este chico "leyó" y comprendió como pudo, los grandes conflictos de la humanidad.

Laura dijo...

Muchos piensan que ser decidido es una virtud. No digo que no lo sea, pero es común que una persona impulsiva e irreflexiva, sea visto como alguien decidido.