Margarita y Armando se miraron en el hall del cine sin prestarse atención.
Cuando el portero solicitó el ingreso de los espectadores, cada uno entró por puertas diferentes y quedaron en filas distantes.
Después de media hora de comenzada la película, ella fue a sentarse al lado de Armando y le preguntó al oído:
— ¿Eres tan romántico como Bécquer o usas esa barbita por otro motivo?
— La uso porque mi novia es diseñadora y utilizando un software que tiene en su peluquería, me demostró que sienta bien a mi cara.
Margarita se sintió inhibida por la mención de esa novia, pero continuó atendiendo su impulso. Le dijo:
— Sabes que según lo que siento, mi cuerpo te necesita y, aunque te parezca un poco fuera de lugar, me gustaría que intimáramos ahora.
Armando tuvo la remota impresión de que algo extraño le estaba ocurriendo, sin embargo le restó importancia a su pensamiento y girando hacia ella, la tomó por la nuca con la mano derecha y la besó en la boca, mejillas, nariz, frente, ojos, pera.
Margarita entendió que efectivamente era Armando lo que su cuerpo precisaba y se dedicó a observar los acontecimientos.
Armando aumentó su fogosidad y —siempre con la misma mano—, le acarició el hombro izquierdo, el seno, para finalmente levantar la remera y acariciarle el tórax, el costado y parte de la espalda.
Margarita se desabrochó el jean y constató que la vulva se había humedecido, confirmando así que todo su cuerpo estaba predisponiéndose eróticamente hacia un coito que la fecundara.
Lo tomó por la mano izquierda y lo condujo tras un cortinado próximo al cartel para salidas de emergencia, debajo de la pantalla y los potentes parlantes.
Una vez ahí, se bajó el pantalón girando para darle la espalda. Él la penetró y antes de que ella comenzara a tener sensaciones voluptuosas, descargó en su interior una abundante dosis seminal.
Ella se subió el pantalón y acariciándole juguetonamente la espalda, lo besó en la mejilla.
Armando volvió a su butaca mientras que Margarita se retiró de la sala, masajeándose el vientre con emocionada ternura.
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11 comentarios:
Aplaudo la delicadeza, claridad y decisión de Margarita.
Eso de mirarse sin prestarse atención es un viejo truco, lobo de mar.
De verdad ese lugar al lado de la salida de emergencia es tan seguro?
El hijo/a de Margarita, tarde o temprano va a reprochar.
Culturalmente estamos condicionados a querer conocer a nuestros padres biológicos. Es imposible que quien no los conozca no fantasee con la idea y es muy probable que sufra.
Me gustó el erotismo y la dulzura del relato.
Usted no respeta el valor de la familia, la importancia del amor en la pareja cuando se gesta un hijo. Tras una fachada agradable, legitima actos egoístas e irresponsables.
Si ella lo tomó por la mano izquierda, significa que estaba sentada a su izquierda, y ambos del lado izquierdo de la platea.
Yo siempre me siento del lado derecho. Tendría que cruzar toda la sala para sentarme al lado de Armando. Además no puedo visualizar la escena que ud relata, si la imagino de ese lado del cine. En mi cuento Margarita lo toma a Armando de la mano derecha.
Ustedes disculpen, pero para mí es muy importante visualizar lo que leo.
Esta vez los que iban dispuestos a ser espectadores se convirtieron en actores y en personajes de una historia. Linda idea.
Para dar y recibir gestos amorosos con el cuerpo alcanza con gustarse. No es necesario conocerse. Esa es la idea que me deja el cuento.
Me parece importante que ud rescate la belleza de lo que muchos (a mi criterio equivocadamente), consideran nuestra parte más animal.
Cuando observamos nuestro instinto, nos detenemos más en los aspectos peligrosos, anti-culturales. Tenemos poco respeto y escasa ponderación hacia lo que nos define más profundamente.
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