Los eufemismos son asombrosos inventos lingüísticos que nos permiten darle solución psicológica a ciertos problemas psicológicos. Nos ayudan y mejoran nuestra calidad de vida.
Hace más de tres años hice un comentario respecto a unas piezas maravillosas que tienen los lenguajes. Me refiero a los «eufemismos» (1).
Fíjense que significado tan dulce, mullido y hasta perfumado le dieron los integrantes de la Real Academia:
«Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante».
Podrían haber definido el «eufemismo» como expresión que sustituye a otra que el uso volvió desagradable.
Acá está la explicación de por qué no fui convocado para integrar tan digna Academia.
El lenguaje está al servicio de nuestra psiquis e insisto además que probablemente también ocurra lo contrario, es decir, que nuestra psiquis está diseñada según nos llega el lenguaje materno (2).
Observemos este interesante, ilustrativo y divertido ejemplo.
En la mayoría de los países hispanoparlantes, es normal que los adultos le digan muchas veces al niño inquieto, curioso, inteligente: «¡No toques!» (el florero, la cocina, el cuchillo).
Nuestro lenguaje vino fuertemente impregnado de la filosofía judeo-cristiana (especialmente con el catolicismo), que se caracteriza por un fuerte horror al placer, la riqueza, los goces mundanos.
Su metodología disuasiva consiste en infundirnos miedo al deseo.
Cuando ingresamos en la preadolescencia (10 años de edad aproximadamente), las hormonas comienzan a estimular sensaciones muy atractivas a nivel genital y los humanos, sin que nadie nos enseñe, por puro instinto, aprendemos a masturbarnos, lo cual vuelve locos a los adultos hispanos, judeo-cristianos y horrorizados con el deseo.
Ahí aparece nuestro amigo el «eufemismo». Muchas personas denominan «tocarse» como eufemismo por «masturbarse», con lo cual inconscientemente evocan aquella reiterada orden recibida desde las alturas (los adultos son más altos), que nos decía con tono autoritario «¡No toques!».
(1) «Me arrastré pero siempre con dignidad»
(2) Ver blog del mismo autor Lenguaje y psiquis
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12 comentarios:
El "no toques", también sugiere: no participes, no te involucres.
En la definición de eufemismo de la Real Academia, se pone énfasis en que el mismo no constituye una expresión franca.
Ud destaca los cambios connotativos que va adquiriendo una palabra.
Uniendo las dos observaciones podríamos decir que en la medida que una palabra adquiere por su uso, connotaciones indeseadas, nos vemos compelidos a sustituírla por otra que elimine ese carácter 'agresivo' del término.
Para la palabra viejo, los eufemismos sirven por un tiempo y luego tienen que reemplazarse rápidamente por otros, porque ya nadie quiere ser viejo como los trapos, o anciano como Matusalén, o de la 3a edad new age. Por ahora nos sirve decir que los viejos somos grandes; el adjetivo grande, connota bien.
Mi madre hablaba con pocos eufemismos, por eso a mí la lengua materna me llegó cruda y despojada.
Tuve que estudiar varios idiomas, convertirme en un políglota, para tratar de comprender todo lo que los otros - no mi cristalina madre - intentaban ocultarme.
No desear es como estar muerto en vida.
Puede suceder que en el afán de atemperar el lenguaje, terminemos también quitándole fuerza expresiva e ideológica.
Si una cultura busca infundir miedo al deseo, eso denuncia que no lo sabe manejar.
Me parece que nos hemos metido en camisa de once varas. Pedimos trabajadores que tengan un carácter asertivo, pero después preferimos que no hablen.
Yo no le ando con vueltas. Si sustraje de modo ilegal, robé. Y punto.
A mi psiquis le reservo las palabras duras para el fin de semana; cosa de darle tiempo a que se recomponga.
Dicen que 'hacer el amor' es un eufemismo de 'coger'. Para mí son dos cosas distintas.
A veces el sentido del tacto se vuelve más peligroso que el de la vista. Por ej, en los museos por lo general no se puede tocar, todo está para mirar, porque tocar podría provocar un daño.
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