jueves, 21 de julio de 2011

El amo a quien amo

Biológicamente, las mujeres son dueñas de los varones de quienes extraen el semen. Culturalmente pensamos y actuamos exactamente al revés.

Analicemos dos oraciones:

1) «Yo te amo».

2) «Yo soy tu amo».

En 1) entendemos que quien habla se reconoce como subordinado (esclavo del objeto de amor), mientras que en 2) quien habla se expresa como subordinante (amo del esclavo).

En otras palabras, quien piensa y dice «Yo soy tu amo», está anunciado que la vida del otro (el esclavo) está subordinada a las necesidades y deseos del amo. El esclavo es dependiente de su amo. Está a su disposición.

La mujer que ama a un hombre desea que este eyacule en su vagina, que pierda el control, que le entregue el semen. Ella goza sintiendo cómo el hombre no logra hacer lo que quiere sino que su cuerpo, arrasado por la pasión inspirada por el erotismo de ella, se mueve convulsivamente, vibra, late, se retuerce como bajo la fantasmática influencia de un demonio, hasta que en un último estertor, descarga su líquido seminal, queda exhausto, desplomado, sin moverse por unos minutos, mientras los fluidos de la próstata empujan como un émbolo gelatinoso lo que pueda haber quedado sin entregar en la uretra.

Al describir el coito en estos términos, vemos que el sustantivo «amo» (dueño del esclavo) y la expresión verbal «amo», se mezclan confundiéndose.

Cuando ella dice «mi marido» alude a su condición de «dueña» y cuando les dice a otros «lo amo» está hablando como la persona que depende afectivamente del marido.

Culturalmente pensamos al revés y llegamos a decir que ella es «la señora de» o directamente ella toma el apellido del esposo, pero ¡atención!, biológicamente ella es la dueña de él de quien toma la simiente que la embaraza (lo ordeña, lo cosecha).

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15 comentarios:

Anónimo dijo...

No se aflija, ya que,en realidad, nadie es de nadie.
Esa horripilante descripción suya debe ser , nomás, una pesadilla por haber cenado lechón.

Lucía dijo...

Y ahora quién es esa que me está abrazando a Forlán!!

Clarisa dijo...

Esto de andar ordeñando hombres me permite ver con más cariño a las vacas.
Creo que me voy a hacer vegetariana.

Rulo dijo...

El que cena con lechón, Sr. Anónimo, sueña con lechoncitas.

Adriana dijo...

Hablemos en serio. Acá no estamos tratando el tema del despotismo. Saber que nadie es dueño de nadie no sirve de mucho porque no pasa de ser una declaración programática. Aquí y ahora parecería que aflojó un poco el machismo. Igual todos sabemos que los dueños de la pelota siguen siendo los varones. Pero la propuesta de Fernando, si entiendo bien, es ir más allá de lo manifiesto y evidente, para adentrarnos en el funcionamiento, que por debajo de la consciencia, tenemos hombres y mujeres entre sí. Desde mi punto de vista la propuesta es muy clara: para la reproducción de la especie se necesitan más a las mujeres, con unos pocos hombres nos alcanza. Eso, que para el orden natural es suficiente, no puede ser intrascendente para nuestra realidad. Es como si existieran dos planos; uno en el que la mujer obedece y otro en el que esa misma mujer, en ese mismo tiempo y frente a las mismas personas, manda.
Tiene que ver con la física cuántica. (me fui al carajo, pero hice el esfuerzo -y puede que en parte haya embocado-)

Silvia dijo...

No entiendo el primer comentario. "Nadie es de nadie!". La realidad no es así. Se abolió la esclavitud pero seguimos siendo esclavos, y no sólo de nosotros mismos y de lo que nos haya tocado en suerte; seguimos siendo esclavos de otros seres humanos que toman decisiones y manejan la economía mundial.
Cómo que nadie es de nadie! Y de quién son los hijos, si no? Y qué pasó, ahora ya nadie quiere vivir en monogamia? el amor libre se impuso en el mundo entero? Por favor! antes que nada avísenles a los árabes... y a mi marido que no me deja usar la pollera cortita.

Federico dijo...

Cuando dicen que "ella es la señora de", están confirmando una relación de propiedad. No dicen que es la señora de dulces ojos, dicen que es la señora de mengano. Pero sucede que la señora de mengano, es todo lo libre que puede; tanto como puede su marido. Los que "son de" o "tienen a", reproducen una relación paterno/filial hermosísima. Hermosísima pero no perfecta. Tan imperfecta que está llena de traiciones y desengaños. Pero cada cual vive como puede, a veces sintiéndose dueño y a veces esclavo. El caso es que siempre es una ilusión óptica.

Gabriela dijo...

La dependencia afectiva es insoslayable.

Marcia dijo...

La cultura es un largo discurso que llena de ropajes a la biología.
Pero la cultura es materia porque en última instancia la cultura también es biología.
El cuerpo acelera y frena. Según parece gusta de acelerar con la biología y dice que frena con la cultura. Lo que intenta es no salirse del carril.

Olegario dijo...

Cuando una perra está en celo, atrae a todos los perros que están en la vuelta. Ella va trotando adelante y siete y ocho perros la siguen detrás. Después pelean un poco entre ellos porque están ansiosos de que les llegue el turno. Cuando ella se cansa, se sienta. Los perros se quedan esperando y mirándola a ver qué hace. Nunca vi una violación perruna. Lo que si queda claro es que la hembra decide.

Filisbino dijo...

En el amor vivimos la doble condición de dueños y esclavos.

Gabriela dijo...

Ojalá todos los hombres fueran así, que quedaran arrasados de pasión, que no respondieran por su propio cuerpo y nos tomaran con desesperación, con ansias, hasta quedar exaustos, hasta que nos entregaran todo el semen.
Cosas así sólo suceden si las hormonas están muy activas, si la pareja es nuevita, o si la pareja se extraña.
Por eso, si una no está con las hormonas a full, ni cambia de pareja cada dos meses, lo mejor es NO CONVIVIR y verse poco. Esperar para verse cuando se viene el tsunami.
O si no también cuando uno tiene ganas de charlar, salir, y esas cosas.

Anónimo dijo...

Cuando dije que nadie es de nadie, quise decir exactamente eso.
El que prefiere no enterarse, o dar por sentado que quien gobierna son las hormonas,la biografía,la cultura dominante,u otra especie de sucedáneo de su propio ser...bueno: así le sucederá hasta que despierte de su sueño.
Y agrego que hay sueños mas pesados que el que se produce después de haber cenado lechón.
Lo siento: no tengo mejores noticias.
Todo esto es el resultado de un patético equívoco, pero en realidad no solo existe sino que es lo único que existe, y los apropiadores lo saben mejor que nadie, por eso se entrenan en toda clase camouflajes.

Anónimo dijo...

Corrección mensaje anterior.

Todo esto es el resultado de un patético equívoco, pero en realidad LA LIBERTAD no solo existe sino que es lo único que existe, y los apropiadores lo saben mejor que nadie, por eso se entrenan en toda clase camouflajes.

Anónimo dijo...

Lo que sigue es un post del señor Mieres, en el mismo sentido...salvo que él señale diferencias.
Aunque justo es reconocer que el Licenciado tiene una paciencia de santo para describir y dar una suerte de justificación a la nefasta costumbre de la apropiación.

12/07/2011
Mío … dijo el gato
Posted by freudylacan under Uncategorized
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El artículo posesivo «mi» significa cosas muy diferentes si se usa en la frase «mi brazo» que si se usa en la frase «mi marido».

Pero esta obviedad viene con trampa.

Nuestro deseo aspira a igualarlas porque le resulta más conveniente y gratificante.

La obediencia y fidelidad que yo espero de «mi marido» es casi la misma que espero de «mi brazo», y acá ya empezamos con desentendimientos, discusiones, peleas, frustraciones, desilusiones, reclamaciones y hasta algún divorcio.

Para quienes le dedicamos más tiempo que nadie a estudiar el funcionamiento psíquico es bastante claro observar cómo nuestras expectativas esperan de algunas personas respuestas que son propias de lo que un amo esperaría de «su» esclavo, de «su» perro, de «su» brazo.

«No me hace caso», «hace lo que se le antoja», «se cree que sigue soltero», «no me respeta», «me es infiel»… son quejas de alguien convencido de que el otro le pertenece porque aquel tramposo artículo posesivo «mi» lo ayudó a sostener la fantasía de que es posible apropiarse de un semejante