domingo, 17 de julio de 2011

Las motos son peligrosas

En un cumpleaños de mi amigo judío fui salpicado de champagne por la torpe coreografía de una muchacha delgadita que bailaba sola.

Quizá ella no tenía buena vista porque se me acercó casi hasta tocarme con su nariz para pedirme disculpas. Me gustó el perfume del lápiz labial. Supongo que le faltó algo de tiempo porque la depilación de las piernas había olvidado algunos detalles en la mitad del muslo izquierdo. También pudo ser que le faltó algo de vista. Esto es más probable.

Me gustó o fue la única que me miró y como asumí que es miope, algo dentro de mí interpretó que para ella soy tan grande que me puede ver.

No tardé en olvidarme de esto porque el inminente despido me tenía atormentado. El tipo esperó a que me comprara la moto para dejarme sin trabajo.

De nuevo la delgadita que bailaba sola. Esta vez tropezó con mis pies y directamente se sentó a mi lado.

¿Siempre sos tan serio?; solo cuando estoy preocupado; ¿Qué te pasa?; estoy endeudado y estaré desocupado; ¿Qué sabés hacer?; por ahora preocuparme; ¿De qué trabajás?; administro las cuentas bancarias de un empresario; ¿O sea que sabés de números?; sí, dicen que sé; ¿Querés que hable con mi papá?; ¿por qué, están peleados?; No, tonto, él es dueño de varias empresas; pero si no me conocés; Si sos amigo del judío sos buen tipo; bueno, dale, hablá con tu viejo.

Esta luz de esperanza me cambió la cara pero al patrón se la empeoró. Cada vez me trataba peor.

De tarde fui a hablar con un empleado del padre de Matilde a un apartamento nuevo con vista al Puerto del Buceo. Comenzaría a trabajar para él por un sueldo generoso pero sin cumplir horario. Estaría a prueba así que en forma paternal me aconsejó que aún no renunciara al anterior.

En sucesivas conversaciones que crecían en confidencialidad y alcohol, terminé entregando algunos documentos del empresario con quien seguía trabajando y acá me dejaron tirado, sintiendo cada vez más frío, en medio de una carretera donde no pasa nadie. Quizá me esté desangrando. La moto me trajo mala suerte.

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8 comentarios:

Carolina dijo...

Buenísimo el relato, doc! Está para concurso.

Diana dijo...

En el último párrafo, después de la palabra 'trabajando', yo habría puesto punto y aparte, para comenzar el párrafo final con "Y acá..."

Lola dijo...

Las motos son peligrosas, pero una moto entre las piernas vale mil argumentos.

Gabriela dijo...

Me hizo largar la carcajada la respuesta del personaje masculino a la pregunta "querés que hable con papá?".

Hébert dijo...

Qué judío hijo de puta!...

Ud no tiene nada contra los judíos, no?

la gordis dijo...

Díganle a ese pobre hombre que no fue la foto, que fue la flaca esa, desleal y espía!

Hugo dijo...

Por qué hijo de puta el judío? Qué tiene que ver. La mafia viene del lado del padre de Matilde.

Valeria dijo...

Por qué no pone fotos de cumpleaños de verdad, donde la gente es fea, aburrida, chismosa y tiene mal gusto.