Increíblemente nuestro inconsciente puede procurarse una enfermedad (psicosomática) con tal de obtener la afiliación a la corporación médica en calidad de paciente hipertenso, hepático, seropositivo, etc.
El «apodo» (mote, seudónimo) es el nombre que puede dársele a una persona tomando en consideración alguna de sus características mediante una comparación ingeniosa.
Por ejemplo:
C.T.I. (porque no lo pueden ver [aceptar] ni los parientes);
Cero falta (porque lunes [bebió] vino, martes vino, ...);
Dólar azul (porque cualquier se da cuenta que es falso [mentiroso]).
Los apodos nunca resaltan rasgos positivos del nominado. La comparación ingeniosa dejaría de ser humorística si pudiera confundirse con un halago, un piropo o una adulación.
A pesar de esta crítica implícita que denuncia el apodo, aporta una sensación satisfactoria en quien lo recibe porque, para bien o para mal, el grupo reconoce su existencia, lo tiene en cuenta, lo recuerda.
Para comprender la validez de esta satisfacción debemos contrastarla con lo que significa para cualquiera de nosotros una mortífera indiferencia.
En suma: debemos aceptar como posible que muchas personas han diseñado su forma de mostrarse ante quienes lo conocen de tal manera que estos reaccionen asignándoles sobrenombres que realcen algún defecto físico o de personalidad.
Muchas religiones incluyen entre sus ritos alguna forma de bautismo a partir del cual el sujeto se convierte en un integrante de ese colectivo, es aceptado como un hermano entre los fieles, queda afiliado.
Esta búsqueda de amor, de ser incorporado, de ser aceptado, reconocido, amado, también es posible lograrlo mediante un diagnóstico médico.
Aunque parezca paradójico es un gratificante alivio para muchas personas recibir de la corporación médica una identidad nosográfica que lo identifique en su calidad de paciente.
Ser diabético, gotoso, obsesivo, histerectomizada (que le fue quitado el útero quirúrgicamente), constituyen afiliaciones a la medicina inconscientemente buscadas y generalmente conseguidas.
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14 comentarios:
¿EL OBJETIVO SERÁ PERTENECER A ALGO O ALGUIEN?
Interesante la pregunta del anónimo. A mí me parece que el deseo es el de pertenecer a un grupo, es decir un conjunto de personas con intereses o tareas comunes. No me imagino qué atractivo podría tener pertenecer a algo que careciera directa o indirectamente de presencia humana. Tampoco creo que sea atractivo pertenecer a alguien, a una persona en particular, porque sería una forma de esclavitud. Pertenecer a un grupo, si bien limita, a su vez continenta y ofrece una dinámica estimulante para el individuo.
Creo que la afiliación disminuye la angustia, alivia, pero no alcanza como para dar satisfacción a las necesidades afectivas. Es necesario un paso más, es decir, vivenciar el sentido de pertenencia.
Algunas personas no escatiman gastos en eso de estar afiliado.
La escultura de Cristo que está del lado izquierdo de la foto, quedó accidentalmente compuesta de un modo curioso. El micrófono que le sale de la frente lo emparenta con un unicornio, y la mano que sale de su boca le agrega una simbología surrealista.
Estoy conforme con la vida. He logrado unas cuantas cosas. Lo que me ha quedado en el tintero ha sido, que me regalaran un apodo.
A mí me incorporaron y me transformé en amigo ácido.
Algunos diagnósticos médicos te dan grandes posibilidades de desarrollo; te permiten hacer carrera hasta la muerte.
Cualquier cosa que venga del cuerpo médico tiene estatus.
Paciente, del latín, patior, páteris, passus sum; significa padecer. El paciente, es el usuario del sistema de salud, que goza, necesita, busca, obedece, una agresión que se autoinflinge.
Yo soy histeroctoechado, como cualquier prematuro.
El inconciente se procuró una enfermedad antes de que lo aceptaran en la mutualista!
Descubrí que el procurador de la enfermedad formaba parte de la administración de justicia.
El que se afilia paga la cuota mensual.
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