La neurosis femenina es particularmente contagiosa porque son ellas las que mejor se vinculan con las nuevas generaciones (hijos, nietos, alumnos).
Para convivir con niños es preciso disponer de un talento especial. Quizá no es tan difícil como la neurocirugía o el paracaidismo nocturno pero requiere inteligencia, vocación y paciencia.
Puedo afirmar que la mayoría de las mujeres están mejor dotadas que los varones. Madres y abuelas están provistas de un instinto que les concede la aptitud suficiente para interactuar placenteramente con estos pequeños que comienzan la vida con rasgos psicóticos, son clínicamente perversos, carecen casi por completo de neurosis y no se valen por sí mismos.
Felizmente, con el desarrollo, aquellos aspectos de locura van desapareciendo, los aspectos perversos disminuyen en alto grado pero la neurosis trepa a su máxima expresión.
Esto mismo, dicho de otra forma, puede expresarse así: nacemos con rasgos psicóticos, somos naturalmente perversos y la educación no es otra cosa que instalar una neurosis.
La cultura equivale, por su influencia sobre los humanos, a una segunda naturaleza. Muchas de nuestras reacciones espontáneas no podemos saber si son naturales o forman parte de la educación que recibimos.
Una (casi inevitable) mala mezcla de nuestras particularidades naturales con las imposiciones que recibimos de nuestros educadores, nos convierten en gente complicada, proclives a priorizar erráticamente lo que más nos conviene, desconformes, con baja eficiencia, nostálgicos de la niñez (cuando éramos más naturales, menos neuróticos, escasamente culturizados).
Esta nostalgia de la niñez solemos resolverla conservando parcialmente sus rasgos, tratando de imitar la infancia en lo concerniente a su baja responsabilidad, creencias idealistas y fantásticas, voluntarismo, escasa disciplina, actitud dependiente de figuras paternales (líderes, gobierno, profesionales [especialmente de la medicina]).
Estos nuevos adultos, neuróticos e infantilizados, no podrán evitar contagiar sus características a las nuevas generaciones (hijos, sobrinos, nietos, alumnos).
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7 comentarios:
La neurosis masculina también es muy contagiosa, porque ellos tienen el poder, ellos gobiernan el mundo.
Magisterio es una profesión de mujeres, pero también hay algunos maestros y esos pocos que hay son muy buenos.
La neurosis masculina es particularmente nostalgiosa. Esposas-madres pueden confirmarlo.
La neurosis siempre nos alcanza, un poco más, un poco menos, pero siempre está.
Será que las mujeres nos vinculamos mejor con los niños? De pronto sólo es que tenemos más capacidad para estar con ellos, pero cantidad no es calidad.
Se puede decir que convivir con niños es más difícil que el paracaídismo nocturno porque nunca sabés si el salto te salió bien.
Cierta vez enviaron a un niño y una niña a buscar el límite entre la naturaleza y la cultura. Caminaron extensos caminos, y nunca encontraban esa frontera. Se hicieron grandes y desearon amarse. Estuvieron juntos con alegría y frenesí, y una mañana ella dijo: podemos volver, ya descubrimos la frontera.
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