Aunque todo comenzó con una combinación aleatoria de los genes que formaron mi primera célula, iniciaré esta historia en el momento del parto.
Si hubiera tenido la suerte de que mi mamá hubiera tenido la intuición de entenderme desde el principio, si ella hubiera respondido adecuadamente a mis necesidades cuando yo no sabía expresarme, entonces yo habría sido una persona confiada en que el mundo está hecho para mí y yo estoy hecho para el mundo.
En otras palabras, esas primeras experiencias me habrían convencido de que el mundo y yo nos llevamos muy bien, que tenemos feeling, que entre nosotros hay simpatía y empatía ... y si en algún momento nos enemistáramos, estaría confiado en una pronta reconciliación.
Pero mi suerte fue otra. Mi mamá a veces acertaba y otras veces no acertaba con mis necesidades. Entonces desarrollé la sensación de que mi relación con la humanidad es variable. Nunca estoy seguro de cómo me irá en el trato con los demás. La filosofía me aporta ideas sobre cómo piensan los demás y con esas ideas puedo tener un poco de tranquilidad en cuanto a que sabré qué hacer cada vez que no me lleve bien con mi entorno.
Si hubiera tenido la mala suerte de que mi mamá no me hubiera entendido nunca, que siempre que tenía frío me daba de comer y que cuando estaba angustiado me cambiaba los pañales, hoy no tendría cómo vincularme con ustedes, tendría que vivir dentro de mí, debería apartarme de la realidad.
A modo de reflexión final (y no menos importante) observen que siempre hablé de «suerte». Es decir, si soy muy feliz, bastante feliz o desdichado, es pura casualidad, suerte, azar.
Mi mamá fue como fue también por casualidad y así hasta Eva.
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14 comentarios:
Por SUERTE esas son sus creencias. Para mí son disparatadas.
En la SUERTE que nos toca, es fundamental tomar en cuenta el enorme peso que tiene la dotación genética que traemos. De lo contrario podríamos suponer que la salud mental de una persona depende exclusivamente del vínculo que haya desarrollado durante los primeros años de vida con su madre. Tambièn hay que considerar el entorno en el cual se desarrolla el vìnculo; en resumidas cuentas, somos seres bio-psico-sociales.
Estoy convencido de que el mundo y yo nos llevamos de maravillas; aunque todos opinen lo contrario.
Eva nació adulta y sus primeros pasos por la vida, estuvieron guiados por Adán, que la quería para calmar su soledad. Así fue que la primera mujer nació para servir a un hombre y después se continuó la tradición.
Cuando no nos llevamos bien con el entorno, la filosofía predominante consiste en culpar al entorno.
La desdicha es una cadena interminable de madres equivocadas.
Tener demasiada confianza de que la relación con el entorno va a ser positiva, puede llevarte a hacer el ridículo en esos programas donde la gente muestra sus talentos.
Las mujeres son intuitivas, pero mi madre fue la exepción que justifica la regla.
Lo único que mi vieja acierta a veces es a la quiniela.
En realidad las ideas acerca de lo que piensan los demás, me las aportan las encuestadoras.
Es absurdo ser juez de lo que las personas somos por casualidad.
No hay esperanzas. Adán tuvo un padre perfecto y fue expulsado del Paraíso.
Algo debe estar mal porque lo que dice es coherente pero ¿por qué nadie piensa eso?
No me animo a suponer que usted tiene razón y que los demás están equivocados.
Me gustaría creerte che, pero me cuesta sabés?
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