martes, 17 de noviembre de 2009

Los coleccionistas de miradas

En un artículo recientemente publicado con el título Mírame por favor les comentaba cómo necesitamos ser mirados.

Ahí mencionaba que pertenecer a comunidades virtuales como FACEBOOK nos permite tener la ilusión de que somos mirados aunque quizá eso no suceda.

Otra intento de ser mirados consiste en figurar como «contacto» de Messenger de muchas personas.

A su vez —dentro de esta modalidad—, podemos conectarnos y desconectarnos muchas veces para que nuestra imagen aparezca repetidas veces en el monitor de los que nos aceptaron como «contacto».

Estas son formas benignas de ser mirados. Existen otras más complejas y hasta peligrosas.

La mirada de asombro o de susto es una mirada más valiosa para los fanáticos coleccionistas de miradas.

Si logramos asustar a quien podría mirarnos, es probable que podamos despertar esa mirada de miedo que tantos nos gratifica.

Para ello están todas las variantes del chantaje emocional que muchos coleccionistas practican con sus seres queridos (esto de queridos podría ser una ironía).

La salud frágil, la enfermedad crónica o la accidentalidad de ciertas personas podrían estar al servicio de este afán por conseguir la mirada de los demás.

Una y otra vez se repite la historia en la cual el coleccionista de miradas hace saber a sus proveedores de miradas que están corriendo algún peligro.

La víctima-proveedora de miradas angustiadas no sabe cómo zafar de esta situación porque el compromiso incluye grandes cantidades de aspectos éticos como pueden ser la solidaridad, el amor filial o el compañerismo.

El sentimiento de culpa juega un papel principal en este juego perverso. La víctima-proveedora suele ser alguien que goza sintiéndose protagonista, protectora o responsable de la vida del coleccionista de miradas.

La situación es perdurable porque ambos, de una u otra manera, gozan sufriendo.

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11 comentarios:

Clara dijo...

Brrr! histéricas tiemblen!

Norberto dijo...

Tuve una novia que era coleccionista de miradas, aunque de una manera extraña, sólo sentía las miradas pero no las podía ver. Siempre la miraban de atrás.

Isabela dijo...

Ese juego sado-masoquista que ud describe es muy frecuente entre las madres y su hijo varón, más cuando este es hijo único. Desilusionadas con su marido, vuelcan toda sus esperanzas y afectividad en su hijo. Hacen cualquier cosa por llamarle la atención, no le permiten desarrollar una vida propia. Sufren y hacen sufrir.
Este tipo de relación también se da entre la madre y alguna de sus hijas, frecuentemente la que quedó soltera.

Brenda dijo...

Viví aislada durante muchos años porque mi madre me tenía sutilmente esclavizada. Por ej, si algún sábado salía a bailar con mi prima, me venían terribles jaquecas por la tensión nerviosa que me causaba la culpa de dejar a mi madre sola.

Lic. Agorio dijo...

Muchas veces los niños sufren con frecuencia accidentes que pueden ser interpretados como una forma desesperada de llamar la atención de sus padres.

Alicia dijo...

Adoro coleccionar miradas de ternura. Además nunca se me borran.

Cacho dijo...

Me gustaría sacarle el susto a esa rubia.

Luciano dijo...

Uso lentes oscuros para que no me contacten la mirada. Me buscan en todas las esquinas para robarme lo que pienso.

Paty dijo...

Tuve un novio que me dijo que le gustaba mi mirada de asombro. Eso fue una vez que se me metió una lombriz por el bajo del patalón.

el poeta dijo...

Se me perdió la mirada detrás de tus piernas y el sonido de tus tacones.

Gregorovius dijo...

La mirada de susto no me gratifica porque me hace sentir como Gregorio Samsa.