jueves, 12 de noviembre de 2009

¡Mírame por favor!

La ciencia suele ser cruel y puede no tener escrúpulos a la hora de saciar su curiosidad.

Los experimentos con animales no pueden ser dados a conocer porque se generaría una conmoción pública. Menos aún pueden ser confesados los experimentos con seres humanos.

El mayor pesar que sufren los padres de niños que nacen ciegos es que nunca podrán ser vistos por sus hijos.

Claro que este sentimiento tan mezquino no podrán confesárselos ni a sí mismo. Pero es así.

No es esta una acusación ni mucho menos. Es una simple constatación de cómo somos los seres humanos (científicos o no) y cuánto necesitamos recibir el regalo de una mirada.

Las redes sociales se forman con personas que agregan su perfil a un sistema informático que posibilita conexiones entre los usuarios.

La mayor y más importante actualmente es FACEBOOK.

Sus administradores informan que ya son más de 300 millones los conectados.

Hasta donde he podido observar, el gran éxito de estas comunidades virtuales tiene una explicación en nuestra necesidad de ser mirados.

Efectivamente, en promedio cada ciudadano de esta comunidad ha subido 17 fotos cada uno para que los demás las miremos.

Se produce un fenómeno aún más particular y es que el placer de pertenecer a FACEBOOK no consiste en ser mirado sino en imaginar que uno es mirado.

Ponemos nuestras imágenes en esa vidriera virtual y creemos que alguien nos mirará pero no constataremos que eso ocurra.

El éxito de las comunidades virtuales del tipo FACEBOOK está motivado por la ilusión que tenemos de que alguien nos obsequiará esa mirada que tanto necesitamos. Nos alcanza con suponer que ocurrirá pero no tendremos la certeza.

Conclusión: necesitamos creer que nos miran.

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10 comentarios:

Leticia dijo...

Odio FACEBOOK.

Alicia dijo...

Nada es más bonito que la mirada de los seres amados.

Laura dijo...

El regalo de una mirada por lo general no es soborno.

Marcia dijo...

No me alcanza una foto para sentir una mirada.

Adriana dijo...

No poder recibir la mirada de un hijo debe ser muy triste.

Raquel dijo...

Cuando me miran me persigo, me imagino que sólo ven mis defectos.
Necesito terapia.

Efraín dijo...

La carencia de estas redes sociales es que no puedes usar el sentido del tacto.

Celeste dijo...

Hay miradas que se me han quedado en el recuerdo del corazón.

Lola dijo...

En la playa siempre consigo que me miren.

Juan dijo...

Más que las vidrieras virtuales, me gustan las vidrieras del barrio Rojo de Holanda.