martes, 16 de diciembre de 2008

Tengo mucho orgullo y colesterol

Ustedes estarán ya habituados a leer en estos blogs que las personas somos adictas al amor, que no podemos vivir sin saber que nos tienen en cuenta.

Es probable que la mayor parte de nuestro esfuerzo sea político, de marketing, social, publicitario. Una vez resueltos los problemas urgentes de la supervivencia (comer, abrigarnos, descansar), necesitamos ser amados.

Para tener un lugar en el corazón de otra persona —o si fuera posible, de muchas personas—, es preciso poseer un lugar en la mente, en la psiquis de esa (o esas) persona.

Nos ubicamos en la cabeza de nuestros semejantes mediante nuestro nombre, nuestra trayectoria, nuestra conducta y demás rasgos que nos definen y por los cuales podemos ser diferenciados del resto (pues necesitamos ser amados en forma personalizada y no dentro de un grupo).

Ese conjunto de rasgos identificatorios (datos personales, características) tenemos que conservarlos para que el amor que estamos buscando nos llegue sin extraviarse. Por ejemplo, nos interesa que algunas personas (de quienes preferimos recibir amor) tengan bien anotados nuestro e-mail, el número de teléfono, etc.

En esta búsqueda de datos identificatorios, puede interesarnos tener alguna enfermedad porque así seremos reconocidos por personas cuyo amor nos interesa: el médico, el farmacéutico o quienes gustan hablar de enfermedades.

En suma: para lograr ese amor imprescindible podemos apelar a recursos muy costosos, como son la incorporación de rasgos identificatorios poseedores de marcados efectos secundarios indeseables.

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18 comentarios:

Anónimo dijo...

Los médicos me tienen enamorada y sufro por ellos (inyecciones, dietas, ejercicios, privaciones, pago de medicamentos, etc.). Qué amantes tan caros tengo y cómo los amo y dependo de ellos.

Anónimo dijo...

Fue ud o algún comentarista suyo que decía que los médicos bautizan y se apoderan de una.

Anónimo dijo...

Quiero ser muy pero muy amada, que el teléfono no pare de sonar, que tenga que rechazar invitaciones a salir, que mi motivo principal de queja sea ¡Ay, no puedo más con estos hombres! ¡Cómo me asedian!

Anónimo dijo...

A mi documento de identidad le faltan algunos datos que todos deberían conocer.

Anónimo dijo...

Si por algo no quiero mudarme de esta pocilga en la que vivo es porque temo que alguien después no sepa dónde encontrarme.

Anónimo dijo...

Mi padre se consiguió el rol de cardíaco y ahora al señor no se le pueden dar malas noticias. ¡Qué curro!

Anónimo dijo...

Dicen que entre los delincuentes es prestigioso tener muchas condenas y un profuso prontuario. Es probable que en la mutual tb sea lindo poseer una gorda foja de enferma.

Anónimo dijo...

Ser asmático me ha provisto de un entrañable grupo de amigos.

Anónimo dijo...

Es preferible que te conozcan al menos por tus defectos a que te ignoren por insípida.

Anónimo dijo...

A mí no me viene bien cualquier lugar en el corazón, quiero el más grande y bombeador.

Anónimo dijo...

Me parece correcto lo que ud. dice pero no debemos caer en psicologicismos. Darle a todo una explicación psicológica es un vicio muy tentador.

Anónimo dijo...

NO SOY ADICTA A NADA PORQUE SOY LIBRE E INDEPENDIENTE

Anónimo dijo...

A mi jefe siempre le doy mal el número de teléfono. No lo hago a propósito.

Anónimo dijo...

Cuando nació Marcos, mi hijo mayor comenzó a orinarse en la cama. La pediatra me dijo que era una forma de expresar sus celos.

Anónimo dijo...

Ser chorro es una característica tan llamativa para identificar a alguien, que para salirse y obtener otra identidad, hay que encontrar otra característica igual de fuerte.

Anónimo dijo...

Me parece que algunas personas mayores gustan hablar de enfermedades para sacar afuera la angustia que ellas les provocan.

Anónimo dijo...

El amor siempre me llega extraviado (me he juntado con cada locos!)

Anónimo dijo...

Por más que apelo el juez barba no me manda a Cupido.