domingo, 14 de diciembre de 2008

La verdad de la milanesa

— ¡Hola! ¿Mamá?

— ¿Qué hacés a esta hora Nene?

— Escuchame, necesito que me des un dato de una garantía que está en el cajón del armario de la cocina donde guardamos todos los recibos.

— A bueno, esperá que voy a buscar los lentes.

— Mamá, los tenés colgados del cuello; apurate que te estoy hablando por el celular.

— Ay, tenés razón, los tengo acá. ¿Qué papel me dijiste? ¿Dónde me dijiste que busque?

— En el cajón izquierdo del armario de la cocina. El cajón izquierdo es el que está más cerca de la pileta de la mesada. ¿Lo abriste ya?

— Sí, ya lo abrí. ¿Qué papel me dijiste?

— Es un papel grande y verdecito. Es la garantía de la computadora que me entregaron hace cuatro días. Leeme el número rojo que tiene arriba de todo.

— Pará Nene, acá veo una factura de Antel, una factura de UTE ... ah, esta debe ser la celestita, ¿es de «La casa del consolador»?

— ¿Qué estás buscando mamá? Esa factura de «La casa del condensador» tiene como un mes y la que yo te pido tiene que estar arriba de todo porque la puse hace cuatro días. Es la garantía de la computadora, ¡no me digas que se perdió que me muero!

— No te pongas nervioso que en esta casa nunca se pierde nada. Recién estuve hablando con tu tía Maruja. Está cada vez más lela, pobre, fijate que ...

— Me contás esta noche. Encontrame la garantía ¡por favor!

— Che, pero que raro. ¿La habrás puesto acá? Acá nunca se pierde nada. ....
.... A ver, pará. Sí, creo que la encontré. ¿Verdecita, me dijiste? A sí, ya sé, ¿que querés que te lea a ver si puedo?

— ¿Dónde la encontraste, mamá?

— ¿Qué dato me pediste que te diera?

— Leeme el número rojo que está arriba de todo.

— Dice dos mil ochocientos quince. ¿Anotaste?

— Sí, pero ¿dónde estaba?

— Lo que pasa que tu hermana se olvidó de comprar el papel absorbente y vos sos el que más protesta cuando las milanesas me quedan aceitosas. Pero quedate tranquilo que ya está todo solucionado.

— Si, mamá. Gracias. Te mando un beso. Chau.

— Chau, Nene. No vengas tarde... Me parece que se cortó.

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17 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un diálogo costumbrista que pinta bastante bien la realidad. Ameno. Discreto. Publicable.

Anónimo dijo...

Está buena la técnica que evitar los comentarios y dejar que los personajes hagan todo. Bastante depurada.

Anónimo dijo...

Vivir con una anciana no es para cualquiera. Yo pasé por esas y al final tuve que internarla en la mejor casa de ancianos que puedo pagar antes que me volviera loca.

Anónimo dijo...

Los viejos se extrañan más que se quieren. Una vez fallecidos adquieren otra dimensión. Es triste pero así anda nuestra cabeza.

Anónimo dijo...

Esta señora por lo menos coordina. No sé cómo seré yo cuando tenga la edad de ella.

Anónimo dijo...

Declaro que el hijo es un despelotado. No puede poner una garantía en el cajón de una cocina. Demasiado hace la pobre mujer. Encima la hija se olvida de comprar las cosas. La única rescatable es esta pobre vieja.

Anónimo dijo...

Si queréis saber lo que es despiste, tratad con un adolescente. No sabría ni atender el teléfono. Tengo experiencia (3 para ser más exactos).

Anónimo dijo...

¡Qué cosa que odio, cuando mi madre no se da por enterada de que estoy apurada! Ella se toma su tiempo, ni se perturba. En su caso no creo que sea por la edad, es una forma de prepotencia pasiva.

Anónimo dijo...

El cajón izquierdo de la mesada de mi cocina es como el aleph de Borges.

Anónimo dijo...

Acá queda clarísimo que la lela es ella.

Anónimo dijo...

¡Cómo fluye está conversación telefónica! Si me dijera que es una desgrabación le creo.

Anónimo dijo...

Mirá la vieja, confundiendo condensador con consolador!! Ese inconciente abuela...

Anónimo dijo...

¿Dónde dijo el Che que no se perdía nada?

Anónimo dijo...

Soy terrible con los papeles, los recibos, las garantías. Por suerte ahora una puede despapelarse bastante gracias a la compu.

Anónimo dijo...

Ese hijo es tolerante o está resignado. Se aprecia su buena educación.

Anónimo dijo...

No sé por qué pero me imagino que ese "nene" las debe de tener por el piso.

Anónimo dijo...

El nene tendría que haber esperado que leyera el número rojo del papel aceitoso verde. Se rindió antes de tiempo.