El desborde del río Magdalena en Colombia está causando grandes pérdidas. La reacción ante el fenómeno consiste en atender a los damnificados, tomar precauciones, evitar el pillaje, pero no hacen (porque no pueden) nada para que el río retome su cauce.
Otra cosa que no hacen es ponerse a despotricar contra el fenómeno diciendo, por ejemplo: ¡esto es inaudito! ¡así no podemos seguir! ¿qué se ha pensado el río? ¡qué atropello!, etc.
Al comprender que se trata de un fenómeno natural que nos afecta, decidimos pues buscar formas de evitar todos los daños posibles mientras la situación anómala subsista.
Sin embargo esto no sucede cuando el perjuicio proviene de otro ser humano (delitos, infidelidades, incumplimientos).
Cuando alguien de nosotros es perjudicado por otra persona, ahí es muy probable que surjan las interjecciones mencionadas (¡esto es inaudito!, etc.) y con toda razón, aunque cabe mencionar que los motivos por los que alguien nos perjudicó podrían ser tan entendibles e incontrolables como los del río Magdalena.
Los humanos adolecemos de un severo inconveniente en la comprensión de nosotros mismos: confundimos lo que es con lo que debe ser. Permanentemente estamos juzgando a las personas por lo que se espera de ellas y no por lo que realmente son capaces de hacer.
Más aún, tratamos de no saber cuáles son las verdaderas características de nuestra psiquis para poner toda nuestra energía en exigir lo que debe ser, lo ideal, lo perfecto, lo mejor, lo más conveniente, lo más lindo ... como si los colombianos le exigieran al río Magdalena que sea un poco más prolijo.
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22 comentarios:
El centro de su idea está en la frasesita que dice: confundimos lo que es con lo que debe ser. Hay está el problema.
Otro asunto interesante es que al río M no le podemos echar la culpa de nuestra mala suerte porque nos internarían en un psiquiátrico.
Lo básico es que si uno se cree que los demás nos pueden afectar sin que sean responsables de sus actos, caemos en un despiole imposible de vivir.
Es bastante diferente un fenómeno natural a la conducta de una persona. No se pueden comparar en absoluto.
La clave podría estar en conocernos profundamente, aceptarnos tal cual somos y luego fijarnos metas reales, sabiendo que el río Magdalena existe.
Lo que el lic quiere decir -si me permiten- es que los humanos vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Protestamos contra lo que hace el otro y resulta que nosotros también lo haríamos si estuviéramos en su lugar, sólo que ni aceptamos que podamos ser tan imperfectos.
De acuerdo con Juan Delgado sobre ese error de interponer el deber ser. No sólo cuando juzgamos a los demás sino también cuando esperamos de la vida cosas ideales, fantasiosas, irreales.
Creo (y opino porque es gratis) que a más salud, mayor aceptación de la realidad. Las personas más enfermas psíquicamente, evitan hablar de lo trágico y cuando lo hacen, fuerzan un final feliz. La naturaleza humana es trágica (estamos signados por la muerte), por lo que esta postura no ayuda nada. Entonces, si cuesta aceptar la realidad y no queda más remedio que hacerlo, una de las cosas que podemos hacer es indignarnos, buscar culpables, castigar a los responsables. Cualquier cosa, porque no sabemos solucionar el problema. Y el problema es que somos capaces de concebir la perfección, la eternidad, la libertad absoluta, pero no podemos vivirlas.
Es un avance que tratemos de ser buenos.
Últimamente cuando me enojo con alguien pienso siempre si de verdad yo nunca hice lo mismo.
Eso ayuda a pasar el mal trago.
La psicóloga me ayudó a entender porqué mi marido es un tiro al aire. Me dijo que eso no es para justificarlo. ¿Entonces para qué es? Me costó entenderlo pero después me di cuenta que saber y entender me daba más poder para manejar mejor las situaciones que se me planteaban en el vínculo con él.
Bueno, pero si me juzgo por lo que soy capaz de hacer, no quedo muy bien parada. Capaz que por eso prefiero hacer mil triquiñuelas para acercarme lo más posible a lo que se espera de mí. O al menos parecerlo.
Lo que pasa es que como nuestra especie se caracteriza por la posibilidad de cambiar, siempre esperamos un cambio, sea en uno mismo, en los demás, en el gobierno.
Lo que dice Gerardo a mí no me queda tan claro, porque el ser humano no ha cambiado demasiado, salvo que perdió bastante pelo.
Licenciado, no podemos glorificar lo inaceptable. ¡Cómo vamos a aplaudir lo que nos causa dolor!
Creo que acá no se plantea glorificar nada, se habla de aceptación como primer paso para el cambio. Bueno, esto último lo agrego yo.
Entonces ud. dice que cada uno es como es y a otra cosa mariposa. Eso sí que es resignación!!
Si cuando otra persona me perjudica, no puedo hacer nada, es un viva la pepa.
El sentimiento religioso deja a la razón afuera.
El dinero tendra valor de cambio pero yo cada vez gano más y estoy más igual.
¿Será por eso que el gremio bancario obtuvo tantas conquistas? Digo, por lo conocedores.
Entonces con los desbordes de agresividad hay que tomar medidas precautorias y profundizar en las causas para combatirlos ¿o no hay que combatirlos?
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