Heráclito era una
persona especial, con ideas sacadas de su propia inventiva, incapaz de repetir
como propios pensamientos ajenos.
Se preocupaba por sus rasgos demasiado humanos, porque según
él decía, eso lo convertía en un verdadero plagiador gráfico y estaba en su
ánimo no imitar, no copiar, no robar ni la imagen ni los pensamientos ajenos.
Su estado de ánimo era generalmente bajo porque, aunque
gustaba de hablar con la gente, tenía que dedicarse casi exclusivamente a escuchar
porque lo ponía de muy mal humor repetir las palabras que alguien hubiera
utilizado alguna vez.
Por esto, lo poco que hablaba lo hablaba en voz muy baja,
avergonzado según decía, por la imposibilidad de hacerse entender con un
lenguaje propio.
Sin embargo algo había logrado porque era un excelente mimo.
Si bien estudió a Marcel Marceau, Charles Chaplin, Jacques
Tati, Buster Keaton y Mr. Bean, se las
ingenió para no imitarlos.
Algunos afirmaban
que era un respetuoso fundamentalista de la singularidad de cada ser humano,
pero sus detractores decían que Heráclito despreciaba a los semejantes.
Estar huyendo de su
naturaleza, de su especie, de lo que le resultaba más fácil, lo exponía a
grandes sacrificios incluyendo el rechazo de quienes sienten por los diferentes
un odio visceral.
A pesar de sus
sacrificios, molestias y privaciones, nada se parecía a lo que le ocurrió
cuando ya tenía setenta y tres años.
Al cruzar un
parque, fue embestido por un joven que se desplazaba velozmente en un skate, escuchando
su música estridente.
En pocos minutos
aparecieron los paramédicos y comenzó el suplicio.
Efectivamente,
nuestro hombre no poseía los valores comunes, esos que los médicos han
decretado como los únicos saludables.
Por este motivo, y
no por los raspones que sufrió en la caída, lo internaron y comenzaron a llevar
todos los niveles orgánicos a lo que era «normal» para la ciencia.
En tres días le
habían bajado los niveles de azúcar, de urea, de colesterol y de presión
sanguínea.
Él comenzó a arrugarse,
literalmente a «desinflarse». El decaimiento era preocupante, pero lo peor
ocurrió cuando se vio en el espejo y notó que su anterior aspecto juvenil ahora
reflejaba más años que su edad cronológica.
Los médicos no
pudieron sacarlo del pozo depresivo y el mimo denunció la docta intolerancia autoeliminándose
con una pantomima terminal.
(Este es el Artículo Nº 1.622)
(Este es el Artículo Nº 1.622)
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15 comentarios:
¡¡Qué bien elegido el nombre del protagonista !! Ud. sí que sabe de Filosofía, de Matemática, de Economía, de Psicología y Psicoanálisis, de Medicina....(dejo cadena abierta). ¿Sabrá también de POESÍA?
Es como tú dices, Julia. Creo que Fernando sabe de muchas cosas. De poesía también.
A mí me habría gustado conocer a algún Heráclito. Alguien capaz de no bañarse dos veces en el mismo río, porque es consciente de que el río cambia, así como cambia él. Alguien que supiera que una idea puede defenderse con tantos argumentos como con los que puede atacarse. Alguien que supiera pensar por si mismo, en lugar de dedicarse a repetir lo que ya han descubierto otros.
Me imagino la adolescencia de Heráclito, con enormes dificultades para identificarse con alguien!!
Si los rasgos de Heráclito fueran más animales que humanos, sería parecido a todos los animales.
El problema Gabriela, está en que los humanos somos animales que nos hemos alejado demasiado del resto de los animales.
Eso de alejarse del resto de los animales es lo que nos permite ser diferentes. Pensar cosas distintas.
¿Cómo hacía Heráclito para tener gestos tan personales? ¿Cómo se reía? ¿Cómo lloraba?
No creo que Heráclito despreciara a sus semejantes. Como dice el relato, él los sabía diferentes. Amaba las particularidades de cada uno; por eso amaba y respetaba sus propias particularidades.
Los que sienten por los diferentes un odio visceral, están llenos de miedos.
No escuchaba música estridente, viejo. Escuchaba buena música. Tú no la supiste apreciar.
El final está muy bien logrado. Es el final perfecto.
Ya me imagino a la esposa de Heráclito diciéndole: ¨vos no sos normal, Heráclito; vos no sos normal¨.
Imposible Lucas. Heráclito no tenía esposa. De eso estoy seguro. Cómo ese hombre iba a hacer algo tan normal como casarse. Si hubiese hecho eso, sería un anormal.
Creo que Heráclito prefería la mímica a las palabras porque nuestros gestos son únicos. Nadie llora de la misma manera, ni se enoja poniendo la misma cara, ni ve con la misma mirada. Todos tenemos caras y cuerpos diferentes. Hasta los gemelos.
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