martes, 3 de julio de 2012

El envidioso es la víctima



La destructiva envidia (1) puede ser provocada por el envidiado como procedimiento para mejorar su autoestima, aunque se atraiga muchos problemas.

¿Quién genera la envidia, el envidioso o el envidiado?

En otros artículos (2) les comenté algo que generalmente no se dice y es que no son los objetos ni las situaciones las que se envidian sino el bienestar que parece tener quien goza de esos objetos o situaciones.

En este artículo les comentaré algo que tampoco suele decirse y es que la envidia tiene como su principal actor protagónico a quien es envidiado y no al envidioso.

Efectivamente, todo haría pensar que existe una persona A que posee un cierto bienestar y una persona B que haría cualquier cosa por tener esos bienes, esa situación o ese estado de ánimo.

Cuando digo «cualquier cosa», incluyo hacer daño, provocar una pérdida e inclusive matar. El grado de conmoción que despierta este sentimiento es tan enérgico y penoso que la víctima (quien siente la envidia) podría tomar medidas extremas para aliviarse.

Cuando digo «inclusive matar» estoy dando una pista de por qué alguien podría encontrar justificado tener acciones tan graves e irreversibles.

...y acá va la idea que prometí más arriba:

Es probable que algunas personas generen envidia con su actitud y que, por lo tanto, el envidioso sea una víctima del envidiado.

El ser humano es capaz de necesitar la admiración, tanto como el poder y, en esta búsqueda, puede tener la desafortunada idea de provocar (INCONSCIENTEMENTE) envidia en los demás.

Como enfaticé, lo hace sin darse cuenta, pero esta «provocación» (de envidia) es necesaria para generar y conservar su autoestima, para sentirse formando parte (como agresor) de su entorno.

Este método equivocado de buscar amigos, conocidos, admiración, respeto, compañía, reconocimiento, le acarrea muchos problemas, pues los envidiosos se defienden agrediéndolo.

     
(Este es el Artículo Nº 1.618)

11 comentarios:

Santiago dijo...

Muy interesante su punto de vista. Si bien el que envidia sufre, el envidiado puede ser quien salga con la peor parte. Las personas que inconscientemente necesitan provocar envidia, tienen dificultades, no se sienten seguras. Encima hacen cosas que terminan perjudicándolos. Generan odios, distancia, desconfianza. Se exponen a ser mal interpretados y agredidos.

Gabriela dijo...

Por lo general, hombres y mujeres tienen distintos modos de provocar envidia. Las mujeres en general lo hacen con su cuerpo, su ropa y/o usando a sus hijos y a su marido. Los hombres tienden a hacerlo con sus posesiones, un auto costoso, una hermosa casa, una mujer bellísima y si es posible bastante menor que él.
¿Por qué la mujer lo hace con lo que tiene y el hombre con lo que posee? Entre los verbos tener y poseer no hay demasiada diferencia. Sin embargo creo que el primero denota más lo que uno es a través de lo que tiene, y el segundo a lo que uno posee y denota su poder. Podríamos pensar que a la mujer le importa más ser y al hombre le importa más poseer; hablando en términos muy generales, por supuesto.

Elena dijo...

Pensando el comentario de Gabriela, se me ocurre que el hombre necesita más ser poderoso, que la mujer. Como la mujer es la que elige al hombre, y le importa que este la proteja, valora su poder. El hombre, a su vez, valora lo que la mujer es y le puede dar. Por ser mujer le puede dar hijos, goce, e incluso brindarle servicios que el hombre estaría menos dispuesto a brindar.

Javier dijo...

El envidiado sería una víctima del envidioso.

Germán dijo...

Quien goza de situaciones y de objetos que a la vista de otros son envidiables, puede que no se sienta tan dichoso, como el envidioso cree.

Evaristo dijo...

A menudo lo que puede generar envidia en otros, es sorprendente. De pronto una persona común y corriente que está trabajando en un humilde kiosco, puede generar una envidia terrible. A su vez el envidiado puede estar harto de trabajar allí y que el dinero no le alcance. Sin embargo, si el que lo ataca es un envidioso, podrá sentir tanta ira por la situación a la que considera injusta (porque el otro tiene un trabajo, probablemente una familia y un lugar más o menos confortable para dormir), que puede llegar a matarlo para robarle unos pocos pesos. No lo mata por el dinero, lo mata por ese patrimonio invisible que el otro parece tener.

Lucas dijo...

Algunos de los que provocan envidia de manera ostentosa, se protegen creando alrededor suyo un ejército de súbditos, a los que benefician con importantes privilegios y con el honor de pertenecer al círculo más cercano de esa persona tan poderosa. Un posible ejemplo podrían ser los narcotraficantes de alto vuelo.

Enrique dijo...

Ciertamente; se puede formar parte del entorno, conformar un grupo de pertenencia, siendo agresor o agredido (por supuesto que hay muchísimas más formas de pertenecer; formas saludables). Quien elige ser agresor o agredido pone en riesgo su vida. Se me ocurre que en estos casos, la vida de esas personas no tiene demasiado valor para ellos mismos. También puede ser que esa sea la única forma que encuentran para sentirse vivos. Y pueden haber otros motivos.

Marta dijo...

Me parece que estas personas generadoras de envidia, consiguen amigos obsecuentes. No logran vínculos sanos.

Silvana dijo...

Todavía sigue sin quedarme del todo clara la diferencia entre los celos y la envidia. Parecería que los celos se refieren más a cuestiones afectivas (lucha por el afecto de alguien) y la envidia estaría más enfocada a describir la lucha por el éxito.

Kari dijo...

La envidia parece que es una de las tantas formas que tenemos de molestarnos.