lunes, 2 de julio de 2012

Cremación e incesto



Inconscientemente, la última voluntad de ser cremados al morir, implica transgredir la prohibición del incesto.

La muerte está vinculada a los temas económicos de varias formas, por ejemplo, por la herencia de los bienes y por los costos del velatorio y sepelio.

Los aspectos económicos de nuestra vida son mejor comprendidos que los aspectos psicoanalíticos.

Aunque es cierto que existe una especie de pudor respecto a los asuntos de dinero, también es cierto que existe una especie de incapacidad para entender la psicología profunda. De hecho es «profunda» precisamente porque estudia lo que está escondido, inaccesible, olvidado, rechazado, prohibido, reprimido.

Uno de esos temas molestos refiere a la muerte.

Según datos seguramente inseguros, crece la moda de ordenar la incineración o cremación de nuestro cuerpo al morir. Confío en que usted podrá confiar en lo que sabe según su propia experiencia, por lo que lee, le cuentan o ha pensado.

Listaré algunos motivos por los que esta práctica gana adeptos día a día.

Como digo más arriba, el argumento-pantalla es el económico pues podemos pensarlo y compartirlo socialmente sin avergonzarnos, mostrándonos racionales y hasta temerarios por hablar de nuestra propia muerte con una escalofriante indiferencia.

De más está decir que el aumento de la población cadavérica es eterno, porque los muertos no se renuevan sino que se acumulan. La ocupación de territorio para los cementerios tiene un límite y cada vez es más caro el enterramiento dada esta progresiva escasez de locaciones.

Me salteo algunos motivos psicoanalíticos (claustrofobia de la tumba, corrupción antiestética del cuerpo, purificar «la carne pecadora» mediante el fuego, cumplir la sentencia bíblica de que «…al polvo [cenizas] volveremos»), para comentar que nuestra última voluntad es transgredir la prohibición del incesto al pedir que nuestras cenizas (polvo) se esparzan (se eche) en la (madre) Tierra.

(Este es el Artículo Nº 1.617)


8 comentarios:

Tania dijo...

Echar el polvo en la madre tierra... cierto! nunca lo había pensado. Por aquí le llamados echarse un polvo a tener sexo.

Gabriela dijo...

Pienso algo absurdo: no quiero ver a mi cuerpo degradarse. Es absurdo porque no lo voy a ver. Entonces corrijo: no quiero que otros vean mi cuerpo degradado cuando tengan que hacer la reducción. Qué tontería! yo no voy a estar allí para sentirme mal por eso. Pero esto último no es tan tonto, yo no voy a estar allí pero alguno de mis seres queridos probablemente sí. Es un mal trago que a mí no me gustaría enfrentar y por eso supongo que a otros les puede pasar lo mismo.
Además es más económico, por supuesto.

Lautaro dijo...

Casi siempre nos las arreglamos para transgredir de una manera u otra. Así que no me llama la atención que nuestra última voluntad consista en transgredir finalemente el incesto.
Iremos al fin, con nuestra querida Pachamama.

Eduardo dijo...

Algunos pueblos creen que hay que quemar el cuerpo para purificarlo y liberar su alma. Otros, por el contrario, creen que debe permanecer intocado y si es posible momificado. Incluso están en contra de la donación de órganos.

Hugo dijo...

Me cuesta entender por qué algunos católicos consideran un milagro que el cuerpo de algunos Papas, haya permanecido en la tumba sin degradarse. ¿No es que para ellos lo importante es el alma?

Evangelina dijo...

Supongo que se le da gran importancia a lo que tú describes porque implicaría que ese cuerpo siempre fue puro, por eso no necesita desaparecer.

Olegario dijo...

Sí ¨echarse¨ un buen polvo con la madre tierra y volver a tener hijos que serán como árboles o flores.

Elena dijo...

De pronto el hecho de cremar el cuerpo nos ayuda a asimilar la muerte: el cuerpo ya no está.
También podría ser que ese cuerpo muerto, sin embargo es capaz de entregarnos el fuego de los dioses.
Murió pero sigue vivo en el fuego. Estará vivo cada vez que hagamos la luz, cada vez que necesitemos calor.