domingo, 8 de julio de 2012

Originalidad terminal


Heráclito era una persona especial, con ideas sacadas de su propia inventiva, incapaz de repetir como propios pensamientos ajenos.

Se preocupaba por sus rasgos demasiado humanos, porque según él decía, eso lo convertía en un verdadero plagiador gráfico y estaba en su ánimo no imitar, no copiar, no robar ni la imagen ni los pensamientos ajenos.

Su estado de ánimo era generalmente bajo porque, aunque gustaba de hablar con la gente, tenía que dedicarse casi exclusivamente a escuchar porque lo ponía de muy mal humor repetir las palabras que alguien hubiera utilizado alguna vez.

Por esto, lo poco que hablaba lo hablaba en voz muy baja, avergonzado según decía, por la imposibilidad de hacerse entender con un lenguaje propio.

Sin embargo algo había logrado porque era un excelente mimo.

Si bien estudió a Marcel Marceau, Charles Chaplin, Jacques Tati,  Buster Keaton y Mr. Bean, se las ingenió para no imitarlos.

Algunos afirmaban que era un respetuoso fundamentalista de la singularidad de cada ser humano, pero sus detractores decían que Heráclito despreciaba a los semejantes.

Estar huyendo de su naturaleza, de su especie, de lo que le resultaba más fácil, lo exponía a grandes sacrificios incluyendo el rechazo de quienes sienten por los diferentes un odio visceral.

A pesar de sus sacrificios, molestias y privaciones, nada se parecía a lo que le ocurrió cuando ya tenía setenta y tres años.

Al cruzar un parque, fue embestido por un joven que se desplazaba velozmente en un skate, escuchando su música estridente.

En pocos minutos aparecieron los paramédicos y comenzó el suplicio.

Efectivamente, nuestro hombre no poseía los valores comunes, esos que los médicos han decretado como los únicos saludables.

Por este motivo, y no por los raspones que sufrió en la caída, lo internaron y comenzaron a llevar todos los niveles orgánicos a lo que era «normal» para la ciencia.

En tres días le habían bajado los niveles de azúcar, de urea, de colesterol y de presión sanguínea.

Él comenzó a arrugarse, literalmente a «desinflarse». El decaimiento era preocupante, pero lo peor ocurrió cuando se vio en el espejo y notó que su anterior aspecto juvenil ahora reflejaba más años que su edad cronológica.

Los médicos no pudieron sacarlo del pozo depresivo y el mimo denunció la docta intolerancia autoeliminándose con una pantomima terminal.

(Este es el Artículo Nº 1.622)



15 comentarios:

Julia Abero dijo...

¡¡Qué bien elegido el nombre del protagonista !! Ud. sí que sabe de Filosofía, de Matemática, de Economía, de Psicología y Psicoanálisis, de Medicina....(dejo cadena abierta). ¿Sabrá también de POESÍA?

Carolina dijo...

Es como tú dices, Julia. Creo que Fernando sabe de muchas cosas. De poesía también.

Esteban dijo...

A mí me habría gustado conocer a algún Heráclito. Alguien capaz de no bañarse dos veces en el mismo río, porque es consciente de que el río cambia, así como cambia él. Alguien que supiera que una idea puede defenderse con tantos argumentos como con los que puede atacarse. Alguien que supiera pensar por si mismo, en lugar de dedicarse a repetir lo que ya han descubierto otros.

Mirna dijo...

Me imagino la adolescencia de Heráclito, con enormes dificultades para identificarse con alguien!!

Gabriela dijo...

Si los rasgos de Heráclito fueran más animales que humanos, sería parecido a todos los animales.

Elena dijo...

El problema Gabriela, está en que los humanos somos animales que nos hemos alejado demasiado del resto de los animales.

Milton dijo...

Eso de alejarse del resto de los animales es lo que nos permite ser diferentes. Pensar cosas distintas.

Nadia dijo...

¿Cómo hacía Heráclito para tener gestos tan personales? ¿Cómo se reía? ¿Cómo lloraba?

Liliana dijo...

No creo que Heráclito despreciara a sus semejantes. Como dice el relato, él los sabía diferentes. Amaba las particularidades de cada uno; por eso amaba y respetaba sus propias particularidades.

Norton dijo...

Los que sienten por los diferentes un odio visceral, están llenos de miedos.

el chico del skate dijo...

No escuchaba música estridente, viejo. Escuchaba buena música. Tú no la supiste apreciar.

Ingrid dijo...

El final está muy bien logrado. Es el final perfecto.

Lucas dijo...

Ya me imagino a la esposa de Heráclito diciéndole: ¨vos no sos normal, Heráclito; vos no sos normal¨.

Yoel dijo...

Imposible Lucas. Heráclito no tenía esposa. De eso estoy seguro. Cómo ese hombre iba a hacer algo tan normal como casarse. Si hubiese hecho eso, sería un anormal.

Olegario dijo...

Creo que Heráclito prefería la mímica a las palabras porque nuestros gestos son únicos. Nadie llora de la misma manera, ni se enoja poniendo la misma cara, ni ve con la misma mirada. Todos tenemos caras y cuerpos diferentes. Hasta los gemelos.