La agresividad y la prohibición del incesto funcionan como
estímulos que nos permiten defendernos y reproducirnos, respectivamente.
Porque somos una especie muy vulnerable,
afectados además por la conciencia de que somos muy vulnerables, tenemos que
ser agresivos para tonificar compensatoriamente nuestra debilidad.
En este desempeño (ser agresivos para compensar
nuestra debilidad constitutiva), también perecen otros humanos, porque tienen
mala suerte o porque son excesivamente débiles y «no son aptos para vivir» (no son viables).
Ocurre cuando un delincuente actúa como
sicario (asesino por encargo), o como rapiñero (robo violento), o cuando un
ciudadano común actúa negligente o imprudentemente provocándole un grave daño a
otros.
Ocurre cuando un gobernante se deja llevar por
sus ambiciones imperialistas y hace matar a sus jóvenes soldados luchando por una
causa que solo la historia se encargará de encontrar injustificada, pero que
mientras los acontecimientos bélicos ocurren una mayoría los aplaude.
La agresividad dentro de nuestra especie es
semejante a la prohibición del incesto.
Tanto una como la otra resultan ser
circunstancias penosas, irritantes, condenables, pero en los hechos podemos
observar que contribuyen a fines superiores que nos benefician: con la
agresividad compensamos nuestra natural vulnerabilidad y con la prohibición del
incesto potenciamos nuestro instinto reproductivo mediante la exacerbación de
la sexualidad reprimida.
Para que la agresividad y la prohibición del
incesto cumplan sus objetivos superiores, es imprescindible que funcionen como
estímulos dolorosos. Es preciso que la agresividad sea condenada y que la
prohibición del incesto merezca un respeto atemorizado.
Si alguien, apelando al control mental, a
recursos religiosos o a alguna disciplina esotérica, lograra moderar en sí
mismo la fuerte reacción que nos provocan la agresividad y el incesto, esa
persona quedaría expuesta a morir por causa de la más mínima amenaza o a
carecer de deseo sexual (apatía, alexitimia, impotencia).
Otras
menciones del concepto «prohibición del incesto»:
Por qué cuesta ‘un ojo de la cara’
(Este es el
Artículo Nº 1.607)
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12 comentarios:
Me gustaría preguntarle a alguien que sepa, si cuando nos ponemos agresivos fluye más sangre hacia el cerebro. Se me ocurrió eso observando la foto que ilustra el artículo, al ver las venas hinchadas en el cuello del niño. Si así fuera, es posible que la agresividad aumente nuestra capacidad ejecutiva; en este caso para defendernos.
No sé si son más agresivos los hombres que las mujeres. Si fuera así, de pronto es porque ellos necesitan compensar su debilidad, o porque se les exige que sean más fuertes, en su rol de protectores y proveedores.
En la guerra, a los más débiles se les adjudica el rol, por ej, de cocineros, mientras que los soldados más fuertes tienen que ir a pelear. Pero a veces pasa que el cocinero tiene otras fortalezas distintas. Cuando el soldado decae anímicamente, o tiene que arriesgar su vida de manera ineludible, a veces aparece el cocinero, a arriesgar su vida por el soldado o a fortalecer su estado de ánimo.
Sí, Alba tiene razón. Muchas veces las mujeres hacen eso por sus hombres.
Los hombres son más débiles que las mujeres: viven menos.
Los curas se especializan en reprimir la agresividad y los deseos incestuosos. ¿Cómo canalizan ellos su agresividad y su deseo sexual? Algunos dicen que mediante la sublimación, desviando esa energía hacia fines humanitarios.
Creo que en muchas ocasiones a lo largo de la Historia, los religiosos han potenciado su agresividad: las Cruzadas, la caza de brujas.
Y qué me decís de el Ku Klux Klan! Anticristianos, anticatólicos, xenofóbicos, etc.
Algunas sectas religiosas son otro ejemplo extremo.
Si hay prohibiciones que nos hacen más fuertes y más reproductivos, es porque el instinto de conservación se impone.
La alexitimia (imposibilidad de identificar las emociones y por lo tanto de ponerlas en palabras, lo que lleva al individuo a reaccionar de manera desajustada ante ellas, sea de forma apática o exacerbada), va de la mano del aislamiento. La alexitimia es una de las características del espectro autista.
Los monjes también se aislan.
Como algunas personas logran moderar la reacción frente a la agresividad y el deseo sexual, lo cual, como dice Mieres, los vuelve más débiles, tienden a aislarse de tal modo que sólo logran convivir entre ellos, como forma de protegerse. Afuera estarían en el medio de la selva.
Otros, sin embargo, convierten esa energía en acciones productivas hacia la comunidad. A menudo se incertan en lugares peligrosos (cantegriles, asentamientos, suburvios, villas miseria, favelas), conviven en estrecho contacto con la comunidad, y logran ser respetados e incluso amados.
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