Necesitamos el amor tanto como el aire pero que nos amen es
cuestión de suerte.
¡Qué difícil es saber cuánto valemos! ... y no
es para menos: la información que recibimos de los demás (familiares, amigos,
maestros, compañeros de estudio) no podría ser más contradictoria, subjetiva, cambiante.
Como si esto fuera poco, nuestro cerebro
procesa con mayor ineficiencia los datos que nos conciernen aunque demuestre
genialidad con los temas que le son indiferentes.
Si bien nunca sabemos a quién creerle, nuestro
cerebro está muy condicionado para creerle a quien nos ratifique y a no creerle
a quien nos contradiga.
Cuando nuestra cabeza se caracteriza por su
terquedad, es casi imposible que podamos oír opiniones opuestas a las que
tenemos.
Estas peripecias mentales y afectivas, podrían
ser inútiles si en los hechos ninguna opinión (favorable o desfavorable) fuera
digna de crédito; si todas estuvieran equivocadas.
No tenemos datos suficientes para descartar el
siguiente punto de vista:
1º) Todos los seres humanos necesitamos ser
amados, tanto como aire para poder respirar;
2º) Una mayoría piensa que el fenómeno mágico
de ser amados está bajo nuestro control; piensa que si nos proponemos podemos
provocar el amor hacia nosotros de cualquier persona;
3º) Una mayoría piensa que cuando alguien deja
de querernos es por nuestra culpa y responsabilidad.
Tampoco
tenemos datos suficientes para descartar este otro punto de vista:
1º)
(Que necesitamos ser amados, no está en duda);
2º)
Ser queridos o no queridos es una cuestión de suerte pues no elegimos a
nuestros familiares y muchas veces nos rodea gente que ni elegimos ni podemos
ignorar (vecinos, compañeros de estudio, jefes);
3º)
La suerte es determinante en que dejen de querernos y es imposible influir por
mucho tiempo sobre el amor que inspiramos.
En suma: que nos amen es solo cuestión
de suerte.
(Este es el
Artículo Nº 1.574)
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12 comentarios:
Estoy en un todo de acuerdo en que le creemos a quienes nos ratifican. Elegimos las filosofías y las teorías científicas que más se adaptan a nuestras necesidades inconscientes. Todas las opiniones son válidas, pero si queremos ser generadores de opinión, no podemos apartarnos de la teoría o explicación de los fenómenos que hemos creado. Para aportar algo enriquecedor al pensamiento humano, debemos concentrarnos en una línea de pensamiento. Si estamos abiertos a escuchar y profundizar en todas las posturas que nos sea posible, nos enriqueceremos mucho, pero no asumiremos el rol de aportar algo nuevo, algo que permita avanzar.
De acuerdo a lo que plantea Gabriela, se enriquece personalmente el que oye todas las campanas, y enriquece a la humanidad el que escucha sólo la suya.
Cierto que somos muy torpes en el procesamiento de los datos que nos conciernen. Es mucho más fácil pensar, generar hipótesis y tomar decisiones, sobre la vida de los otros que sobre la propia.
Los pensamientos más complejos los podemos desarrollar desapegándonos artificialmente del objeto de estudio. En realidad estamos siempre, de un modo u otro, fuertemente implicados, sólo que ignorándolo quizás podamos ser más productivos.
Tengo diferencias con Leandro. Para profundizar en el conocimiento tenemos que estar consciente e inconscientemente implicados en lo que apasionadamente queremos saber.
Creemos que alcanza con amar y ser buenas personas para que nos amen. Desgraciadamente no es así. El amor es muy difícil de explicar.
Siempre termino pensando lo mismo. Estamos regalados...
¿Nadie cree en la fuerza de la voluntad? ¿Piensan que es tan poco influyente? Puede que en los asuntos de amor -sobre todo en el amor de pareja, donde está implicada la atracción sexual- la voluntad no juegue un rol preponderante, pero en la consecución de una meta, creo que es fundamental.
Lo equivocado es proponerse como meta que nos amen.
Para lograr el amor de los otros somos capaces de grandes cosas. Vencemos nuestras dificultades, desarrollamos nuestra inteligencia, tratamos de sacar a luz lo mejor de nosotros mismos, hacemos grandes esfuerzos intelectuales, dedicamos mucho tiempo.
Proponerse como meta que nos amen, podrá llevarnos a la frustración, pero nos permitirá llevar una existencia llena de vida.
Respetamos las normas sociales para no ser excluídos, para ser aceptados por nuestros semejantes. Esa aceptación es la base mínima imprescindible para poder ser amados.
A pesar de lo que dice Enrique, creo que también podemos ser amados por NO respetar las normas sociales. De esa manera, para determinado sector nos convertimos en héroes.
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